(1) HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE II, de David Yates.

FIN DE SAGA
Con esta segunda parte de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte finaliza la magna adaptación fílmica –ocho películas a lo largo de 10 años– de la saga creada por la escritora británica J. K. Rowling (Yate, 1965), un fenómeno literario de alcance planetario que ha cautivado a legiones de fieles seguidores, en su mayoría adolescentes, cuyo fanatismo –más incluso que el generado en torno a la de El Señor de los Anillos– sólo es comparable al surgido tres décadas antes por la imaginación del guionista, director y productor George Lucas.
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte II cierra, por tanto, las aventuras del joven aprendiz de mago y de sus amigos, con el enfrentamiento definitivo entre éste y su maléfico antagonista, Lord Voldemort. Y lo hace manteniendo las características del resto de la saga cinematográfica, un particular sello de esmerada superproducción que lo hace fácilmente reconocible: una cuidada ambientación y puesta en escena, espectaculares efectos especiales que dan coherencia al universo de magia y fantasía en el que viven los personajes, y una ecléctica combinación de géneros (aventura, fantasía, drama, comedia) que convierte esta odisea en un relato “total”, referente indiscutible de toda una generación –como lo fueron la citada Star Wars, o series de los 80 como DragonBall, El equipo A o El coche fantástico–, aglutinador de públicos e inspirador de tendencias, modas y refritos.
El presente film adolece, no obstante, de la frescura de sus antecesoras, bien por el paso del tiempo y la inevitable madurez de los protagonistas –ya no parecen tiernos adolescentes, más bien veinteañeros–, bien por la transición al tono claroscuro imperante en estas últimas entregas que anticipan el combate decisivo de Harry y de Voldemort. Y el hecho de ser una artificiosa segunda parte, sin duda fruto de una indisimulada estrategia comercial –había que prolongar todo lo posible la explotación de este filón–, da la sensación de asistir a un final alargado hasta la extenuación. Hogwarts es historia.
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