(1) AMIGOS, de Borja Mateo y Marcos Cabotà.

FALSA DENUNCIA DE LA TELEBASURA
Hecha con humor rutinario para público poco exigente, Amigos es una comedia cuyo equipo artístico y técnico evidencia su procedencia televisiva —vertiente privada-comercial— como viene finalmente a confirmar la identidad de su productora: Telecinco (Mediaset). El cinismo de manifestar que se pretende hacer una apología de la amistad y una crítica a la tele-basura, viniendo de quien viene la afirmación, resulta coherente con la baja calidad de un guión, dirección e interpretaciones poco consistentes cuyos latiguillos y convencionalismos son plenamente aceptados y celebrados por un amplio sector de su audiencia.
La película intenta engañarnos —hipócritamente— con una ambigua requisitoria contra esa televisión populachera y falsamente “realista” que provoca la risa explotando los mismos materiales narrativos que dice vituperar. Lo único que les interesa es el éxito, el negocio, ya que cualquier reflexión rigurosa brilla por su ausencia, porque saben muy bien que explotar los instintos más elementales complace más que cultivar la inteligencia, que lo visceral llega con mayor comodidad que lo racional y que la fama que producen los medios de comunicación es mucho más rápida y rentable que la basada en el estudio esforzado y en el trabajo constante.
Los posmodernos responsables de Amigos se justifican alegando que sólo han pretendido que pasemos un buen rato, huyendo de pretenciosos mensajes sociales y de anticuadas moralejas. Como si Billy Wilder, Blake Edwards o Woody Allen, entre otros muchos, no hubieran sido capaces de conjugar en sus comedias talento, taquilla y honestidad profesional.
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