(1) EL CASTOR (THE BEAVER), de Jodie Foster.

UNA TERAPIA PELIGROSA
El tercer film como directora de la reconocida actriz estadounidense Jodie Foster navega sin rumbo fijo por las turbulentas aguas del melodrama en un fallido retrato de la depresión y sus funestas consecuencias. Su mayor incentivo es confirmar la peculiar asociación creada entre la responsable de El pequeño Tate (1991) y A casa por vacaciones (1995) y el también actor y director Mel Gibson —un personaje actualmente en horas bajas dados sus excesos con el alcohol y sus incendiarias declaraciones racistas, antisemitas y machistas—, grandes amigos desde el rodaje del western Maverick (1994) a pesar de sus manifiestas diferencias de temperamento, ideológicas y culturales.
El castor (The beaver) narra las andanzas de un hombre sin autoestima que, en pleno proceso autodestructivo, encuentra casualmente una marioneta con forma del citado roedor semiacuático, convirtiéndolo en un intérprete de su trastornado mundo interior y en un muro defensivo con el que resguardar su frágil psique. Un particular tratamiento, de dudosa validez terapéutica, con el que trata de superar su enfermedad y encontrarse a sí mismo tanto a nivel profesional, levantando una empresa de juguetes en crisis, como familiar, recuperando la unidad y el amor perdido de sus seres queridos. Lo llamativo del caso es que, sin ser una fórmula novedosa, el muñeco —animado sin disimulo por el inestable protagonista— se erige en un personaje más, interactuando con el resto de ellos, como ocurría en Lars y una chica de verdad (2007).
No obstante, lo que empieza siendo una modesta aproximación al problema de la incomunicación y de las necesidades afectivas insatisfechas acaba configurándose en un convencional telefilm cuyo pilar fundamental es la típica historia de superación y tranformación personal no fundamentada en un creíble proceso de curación y superación de las adversidades sino en los previsibles giros dramáticos tan habituales como conocidos. En uno de ellos, ubicado en el clímax de la historia, el film adquiere tintes trágicos, lo que rompe con el tono agridulce del principio.
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