(1) ARTHUR Y LA GUERRA DE LOS MUNDOS, de Luc Besson.

CUESTIÓN DE TAMAÑO
Concluye la irregular trilogía dirigida por el realizador, guionista y productor galo Luc Besson, máximo exponente europeo del cine espectáculo, a partir de los libros infantiles de Patrice y Céline García. Lejos de la originalidad de la primera entrega, Arthur y los Minimoys (2006), sus secuelas han ido perdiendo interés a pasos agigantados, siendo ya decepcionante su segunda parte, Arthur y la venganza de Maltazard (2009) y desfinitivamente prescindible la presente película, Arthur y la guerra de los mundos, cuyo argumento enlaza con la anterior cuando el villano lograba adquirir tamaño humano y se lanzaba a la búsqueda de un ejército para conquistar el mundo.
Ambientada, con gran realismo, en una ficticia localidad estadounidense de los años 60, Arthur y la guerra de los mundos narra las aventuras del joven Arthur que, junto a sus inseparables y diminutos amigos –los Minimoys–, intenta impedir que el plan de su malvado antagonista se haga realidad. Auténtico paradigma del cine infantil de aventuras, el film de Luc Besson es un efectivo pasatiempo gracias a las abundantes escenas de acción y a una convincente integración de imagen real con animación digital, cuyo factura final llama poderosamente la atención. Pero el film es fruto del estiramiento artificioso de una saga que no daba más de sí, y ello se nota por una narración errática, la progresiva caricaturización de personajes secundarios y diversos guiños cinéfilos toscamente elaborados.
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