(1) SUCKER PUNCH, de Zack Snyder.

LA GRAN MASCLETÀ
Esta película parece una vulgar copia de Shutter Island (Martin Scorsese) en cuando se confunde realidad e imaginación en el relato que articula en su mente la protagonista Babydoll, una jovencita huérfana que es internada en un siniestro manicomio por un padrastro que ambiciona su herencia. La clínica psiquiátrica resulta ser, en el imaginario de la muchacha, una tapadera de negocios sucios y un antro de prostitución donde ella y sus compañeras son continuamente explotadas y acosadas por gente malvada.
Violencia y explosiones, luchas y disparos se suceden en el gran bloque narrativo central, que es la parte de fantasía del film con ruidos y música a todo trapo, mientras cinco bellas internas pretenden fugarse, se disputan el liderazgo y van sorteando toda clase de obstáculos en diversos lugares y épocas del universo.
El inicio y el final del film, con el color convertido en gris, representan la parte realista mientras que el resto es una típica cinta de acción con la habitual elementalidad argumental y la conocida tosquedad de los personajes, con espectaculares efectos especiales que deben no poco al mundo onírico del tebeo y los videojuegos. La ambientación naturalista años 60 deja paso, en las aventuras imaginarias, a un estilo heavy metal de cueros, herrajes y rock duro.
Algunos han querido ver en las inquietudes y correrías de las protagonistas las angustias dell paso de la adolescencia a la madurez, superando las represiones impuestas (la lobotomoía) para alcanzar la liberación personal. Pero la metáfora, a mi juicio, no funciona porque prevalecen en todo momento las convenciones del género.
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