(2) ISPANSI (ESPAÑOLES), de Carlos Iglesias.

NIÑOS REPUBLICANOS EN RUSIA
El punto de vista narrativo, en primera persona, del protagonista Álvaro (encarnado por Carlos Iglesias, también guionista y director de su segundo largometraje) determina el tono y el desarrollo de un relato de ficción cuyo rodaje tuvo lugar en la región helvética del Jura y en Sevilla. Uno se pregunta qué falta hacía este film después de haber visto el magnífico documental Los niños de Rusia (Jaime Camino, 2001), porque el trabajo del autor de Un franco, 14 pesetas no hace sino revisitar -sin mejorarlo- el mismo hecho histórico: la marcha de 3000 niños republicanos a la URSS en 1937 para evitar los peligros de la Guerra Civil española y, concretamente, los sufrimientos de un grupo de unos 30 con sus cuidadores al tener que huir de la invasión nazi en 1941, en un accidentado e interminable viaje desde Moscú a los Urales, resistiendo el frío y el hambre en las heladas estepas rusas.
El relato no es lineal, sino que está alterado por varios flashbacks ubicados en los años 30, en la posguerra española, en los años 50 y en la muerte de Franco (1975). El film nos recuerda el desarraigo en tierra extraña, al nostalgia por la patria chica, las penalidades materiales sufridas en la URSS y la imposibilidad o el miedo a regresar en plena dictadura franquista de aquellos que tuvieron que residir largos años, establecerse y quizá morir en la nación que generosamente les acogió. Pero el realizador olvida citar dos asuntos dolorosos y polémicos: las brutalidades del estalinismo y el repudio de los propios familiares al regresar los exiliados mucho tiempo después.
Pero lo que invalida en gran medida Ispansi (Españoles) es su deficiente guión, lleno de trucos y efectismos, repleto de situaciones poco verosímiles, una mera sucesión de anécdotas (el guión se redactó tras escuchar los testimonios de muchos supervivientes) desgranadas sin un criterio analítico riguroso que les proporcionara un sentido coherente. Por otra parte, domina en la película un tono melodramático, simplista y eminentemente sentimental, que privilegia la mirada humanitaria sin atender a lo esencial ni respetar las exigencias de realismo.
En cuanto a su dimensión ideológica, la película ha pretendido ante todo ser “imparcial”, como si fuera posible una neutralidad que equiparara los actos y las motivaciones de falangistas y comunistas (Beatriz y Álvaro, símbolos de las dos Españas), unidos y redimidos finalmente gracias al amor.
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