(2) EL MUNDO SEGÚN BARNEY, de Richard J. Lewis.

LA EXTRAORDINARIA VIDA DE UN HOMBRE CORRIENTE
Basado en el relato autobiográfico del polémico escritor canadiense de origen judío Mardecai Richler, El mundo según Barney pertenece a ese tipo de films que narra la anodina existencia de un hombre corriente con la paradójica intencionalidad de elevarla al terreno de lo sublime, demostrando que para contar la vida de alguien no es obligatorio el previo reconocimiento de una cualidad personal o de una aportación significativa en alguna faceta del progreso humano.
Dirigido de forma eficaz, incluso elegante, por el debutante Richard J. Lewis, veterano profesional de la TV canadiense, El mundo según Barney es un drama recargado de sentimentalismo que, bajo la forma de un relato-río configurado por los recuerdos fragmentados de cuatro décadas de la vida de Barney, se nos muestra la pintoresca biografía de un hombre egoísta, borracho y poco aplicado pero con un fondo entrañable e íntegro, centrándose especialmente en su turbulenta vida amorosa.
Pese a que en ningún momento despierta la empatía dado su escaso atractivo físico y su relajada amoralidad, imprescindible para conseguir la identificación del espectador, es destacable la interpretación del magnífico Paul Giamatti, el otrora secundario consagrado en American Splendor (2003) y Entre copas (2004), junto con un logrado reparto encabezado por un inspirado Dustin Hoffman en el papel de padre de Barney.
Otra de las bazas con las que juega esta coproducción italo-canadiense es un acertado diseño de producción, que sabe reflejar con sorprendente fidelidad la ambientación de todas las épocas y el paso del tiempo en el rostro envejecido de todos los personajes.
Se deja ver.
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