(2) CUESTIÓN DE PRINCIPIOS, de Rodrigo Grande.

¿CUÁNTO VALE TU ÉTICA?
Un modesto empleado a punto de jubilarse rechaza venderle a su jefe una vieja revista que éste quiere comprarle a toda costa para completar su preciada colección, argumentando que el objeto en cuestión tiene un gran valor sentimental para él y que no todo puede comprarse con dinero. Comienza así un enfrentamiento dialéctico entre dos modos de percibir la realidad y actuar en consecuencia, uno basado en sólidos principios éticos incompatibles en apariencia con la cultura capitalista actual y otro mucho más pragmático que, aprovechando la naturaleza egoísta del ser humano, aplica como un rodillo la lógica del libremercado, aquella que afirma que todo sí tiene un precio.
Partiendo de este anecdótico suceso, Cuestión de principios plantea interesantes reflexiones de orden moral: en un mundo construido sobre la base del deseo legítimo a enriquecerse, ¿tienen cabida los comportamientos altruistas o desinteresados? ¿Qué pesa más, el valor sentimental de las cosas o el valor monetario de las mismas? En definitiva, ¿es posible que haya gente con principios capaz de vivir coherentemente con ellos, llevándolos hasta sus últimas consecuencias?
No obstante, a pesar de contar con tan buen material, Rodrigo Grande se explaya en lo intrascendente a la hora de desarrollar la idea, reiterando en exceso la posición tanto del empleado como de su patrón y extraviándose en diversas tramas secundarias de índole menor. Cuestión de principios se sostiene, no obstante, gracias al talento de dos grandes actores como son Norma Aleandro y Federico Luppi, quienes proyectan a sus personajes un enorme caudal de credibilidad y verosimilitud.
A pesar de que el film reflexiona con gran acierto sobre la delgada línea que separa la dignidad de la irresponsabilidad, la honestidad de la cabezonería, efectuando un acertado análisis de las contradicciones del ser humano en la aplicación práctica de sus ideas, principios y valores, no me convence ni la forma ni el fondo del problema ético existente. ¿Uno vende sus principios por deshacerse de un objeto con valor sentimental aunque la contrapartida sea alcanzar un sueño o conseguir una meta? ¿Es un objeto material comparable a un principio? ¿Se vende una persona por desprenderse de un objeto de su propiedad? Bienvenida sea una película que, en vez de dar respuestas, suscita nuevas preguntas.
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