(2) EL DEMONIO BAJO LA PIEL, de Michael Winterbottom.

JUSTO ANTES DEL ATARDECER
La primera adaptación al cine de la novela de Jim Thompson The killer inside me (1952) fue realizada por Burt Kennedy en 1976, con los actores Stacy Keach, Susan Tyrell y Keenan Wynn, una película que se estrenó comercialmente en España. Ahora, con rodaje en EE.UU. y con un equipo técnico reducido, Michael Winterbottom ha retomado el relato negro del escritor, convertido en guión por John Curran, para narrar esta historia de corrupción e hipocresía, contada en primera persona por el protagonista Lou Ford -encarnado por Casey Affleck-, el sheriff adjunto de una ciudad tejana enriquecida por el petróleo.
Ejemplo de cine negro ambientado en los años 50 que adquiere las formas del moderno thriller, el realizador lo describe como una tragedia shakesperiana, como una explosión de ruido y de furia que revela el lado oscuro de las personas con una sucesión de crímenes generados por pulsiones internas incontrolables. Una vez más en el género resulta básica la figura del psicópata -perverso, mentiroso y asesino- cuya mente enferma resulta ser consecuencia de los traumas sufridos en su niñez (violencia y sexo), conformando un ser humano que, de adulto, liberará sus instintos sadomasoquistas y autodestructivos, un hombre contradictorio en el que se hallan confundidos el bien y el mal con una ambigüedad moral característica en el género.
Como es también habitual en esta clase de relatos, la mujer tiene una gran relevancia. En este caso, la novia (Kate Hudson) y la prostituta (Jessica Alba) desempeñan papeles intercambiables: ambas aman al protagonista y procuran retenerlo manteniendo con él tortuosas relaciones sexuales. Quizá sea ello una muestra de la misoginia del autor o una mera servidumbre al cliché de chica sensual y sumisa, capaz de todo para retener a su lado al chico malo, antihéroe pero guapo y seductor.
A mi juicio, encontramos aquí la letra de la novela pero se escapa gran parte de su espíritu por un exceso de esquematismo en personajes y situaciones. La complejidad se vuelve simple acumulación. Los huesos de la trama, despojados de la imprescindible carne humana, convierten la necesaria ambigüedad y complejidad del relato negro en un vendaval de escenas violentas que sólo parecen avanzar a golpes de guión.
Una vez más en el cine actual, venga o no a cuento, aparecen en la banda sonora fragmentos de música clásica, en este caso bellas melodías y voces creadas por Donizetti y por Mahler.
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