(3) WHEN YOU’RE STRANGE, de Tom DiCillo.

LA VOZ DE UNA ÉPOCA
En las antípodas del irregular y pretencioso biopic musical que le dedicó un lisérgico Oliver Stone, Tom DiCillo elabora un atractivo y complejo documental sobre el mítico grupo The Doors (1966-1971) que logra, renunciando a cualquier intencionalidad hagiográfica, desmitificar a sus protagonistas sin restar un ápice de trascendencia de su legendaria obra. Así, When you’re strange realiza un interesante retrato de la banda de Rock & Roll que se convirtió en el referente de toda una generación, que inventó un sonido, un ritmo y unas letras con efectos tan hipnóticos como perdurables en el tiempo, gracias al uso exclusivo de abundante material de archivo y a la comedida labor de un narrador de lujo como es el actor Johnny Depp, cuya aportación se limita a comentar las imágenes, matizándolas en su contexto sin incluir juicios de valor que convierten los documentales en mera propaganda.
De hecho, una de las virtudes del film, que lo aleja de las convenciones propias del género, es un montaje único y lineal que evita cualquier interrupción en la narración, dando forma a una película que se explica por sí misma. Hasta el punto de que, en un eficaz ejercicio de contextualización histórica, DiCillo introduce imágenes paralelas de aquellos acontecimientos que, sin duda, crearon el ambiente que favoreció su aparición: la guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles, la cultura hippy, el movimiento estudiantil, el consumo de drogas… configurando simultáneamente una certera radiografía de la convulsa década de los sesenta en Estados Unidos. La música es fiel reflejo de la época en la que nace.
Pero The Doors no se explicaría sin la personalidad singular del cantante del grupo, Jim Morrison, auténtico enfant terrible cuya voz representó a aquellos que alguna vez sintieron la fría y extraña sensación de la soledad y el aislamiento. When you’re strange le convierte en el gran protagonista, tratando tangencialmente a Ray Manzarek, Robby Krieger y John Densmore. La película narra, en definitiva, el viaje sin retorno a los excesos de la fama, las drogas y el alcohol de un artista que no se vendió jamás a los dictados del mercado y que gozó, hasta sus últimos días, de absoluta libertad creativa. Su tumba, ubicada en el cementerio parisino de Père-Lachaise, es todavía hoy lugar de peregrinación para sus innumerables seguidores.
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