(3) EN EL CAMINO, de Jasmila Zbanic.

FUNDAMENTALISMO RELIGIOSO
En los últimos años del franquismo, no pocos jóvenes de izquierdas teorizábamos sobre si era factible mantener y consolidar relaciones amorosas con chicas de derechas o incluso de ideología fascista. Pese a nuestro radicalismo, unos pocos heterodoxos opinaban que precisamente eran éstas las que mejor olían y las que resultaban más sofisticadas a la hora de ir a la cama. En el camino, presentado en el Festival de Berlín 2010 y segundo largometraje de la bosnia Jasmila Zbanic (Sarajevo, 1974), viene a terciar en esta cuestión presentándonos a una pareja de hecho que ve deteriorada su convivencia amorosa tras emprender el hombre, despedido de su trabajo por bebedor y trasnochador, una decidida conversión al fundamentalismo islamista, el propiciado por una secta que discrimina a la mujer, defiende el puritanismo sexual y predica la violencia contra los infieles.
Resulta evidente que el punto de vista de la protagonista, liberal y feminista, es el sustentado por la realizadora, partidaria de que el amor no sólo es una cuestión de sexo y de sentimientos sino también de ideas compartidas. Jasmila Zbanic aporta pocas novedades en cuanto a lenguaje fílmico, que pone enteramente al servicio de un discurso sobre la pareja que en todo momento tiene en cuenta las circunstancias, el contexto (laboral, religioso, económico, político) en que aquella debe convivir y evolucionar.
El auge del fanatismo islamista en Bosnia, que siempre se ha mostrado muy moderada en sus costumbres musulmanas, obedece -según sugiere la película- a un proceso de recuperación de la identidad perdida tras la larga etapa comunista de Tito y después del genocidio sufrido en al guerra contra Serbia, surgiendo de este modo una confrontación entre la modernidad europea occidental y la novedad de un integrismo islamista oriental que algunos identifican con las más puras esencias del nacionalismo bosnio.
De hecho, en la actualidad todavía perduran las cicatrices dejadas por la contienda -los familiares muertos y el recuerdo de una violencia extrema- pero la cineasta opta por racionalizar el presente y por mirar al futuro. En esa línea programática incluye la secuencia del doloroso regreso a la casa paterna (la necesidad de superar el pasado), la alerta lanzada sobre las sectas “salvadoras” (los campamentos fundamentalistas de reeducación donde se ganan los cerebros para la causa, al mismo tiempo que se redimen del alcoholismo, facilitan trabajo y ayudan a las viudas con hijos) o el embarazo y la maternidad como una exclusiva opción femenina aunque condicionada por las circunstancias. Un final abierto, pero en modo alguno ambiguo, cierra este interesante film alejado de cualquier dogmatismo.
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