(2) LA BOHÉME, de Robert Dornhelm.

DE LA ÓPERA AL CINE
La ópera “La Bohème”, de Giacomo Puccini, con libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, se estrenó en Turín en 1896 bajo la dirección de un joven Arturo Toscanini. Su argumento está basado en la novela, en parte autobiográfica, “Escenas de la vida bohemia” (1851) de Henri Murger, una crónica melodramática de los avatares de los artistas pobres en el barrio latino del París de 1830, bajo el mandato de Luis Felipe de Orleans. La ópera, de un tono agridulce, es una obra maestra de cuatro actos, no sólo por su bellísima y expresiva música sino también por su afortunada mezcla de drama y de humor, de alegre vitalismo y de triste reflexión existencial, con una moderna concepción del inevitable paso del tiempo y del fracaso, con especial atención a la inconstancia del amor, la fragilidad de los sentimientos y los sinsabores ocasionados por la miseria. La combinación de detalles naturalistas y de un desbordante romanticismo han permitido hablar de “La Bohème” como de una relevante muestra de realismo poético, más o menos logrado según la versión de que se trate.
La película que nos ha llegado, una coproducción austro-germana rodada expresamente para el cine en apenas tres semanas, sitúa los acontecimientos a finales del s. XIX, en la “belle èpoque”, con decorados que recrean interiores y exteriores de la ciudad en donde viven sus desgraciados amores tanto Mimi (la soprano rusa Anna Netrebko) y Rodolfo (el tenor mexicano Rolando Villazón), ambos con cierto renombre en el mundillo operístico como por Musetta y Marcello, amantes que vienen a complementar a la pareja protagonista.
Lamentablemente, el realizador rumano Robert Dornhelm, afincado en Austria y finalmente en EE.UU., filma con planos cortos y cercanos (montaje analítico) la mayor parte de la obra, salvo el estupendo tercer acto en la nieve, cuando lo lógico sería respetar el lenguaje escénico original mediante largos planos-secuencia que respetaran sin interferencias formales la fuerte carga emocional de las escenas.
Para más inri, la película se ha rodado en play-back, con los actores simulando cantar con el gesto comedido, sin denotar el esfuerzo vocal que la partitura exige. La música ha sido grabada por la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera bajo la dirección de Bertrand de Billy. Su sonido es acústicamente deficiente, pastoso y sin matices.
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