(1) RUMORES Y MENTIRAS, de Will Gluck.

UNA CHICA FÁCIL
La nueva comedia de instituto que nos llega desde Estados Unidos pretende trascender su contenido aparentemente anecdótico con unos planteamientos que sí merecen la atención de este crítico, pues de lo que habla Rumores y mentiras no es tanto de las vicisitudes de una chica “normal” que para alcanzar cierta popularidad se inventa una imagen de putón verbenero en su escuela, sino de la imperiosa necesidad del individuo de formar parte de la colectividad y de ser reconocido por ella. El film reflexiona, además, sobre la obsesión por el éxito a cualquier precio y el inmenso poder del rumor como creador o destructor de la reputación de personas.
El resultado es, sorprendentemente, una acertada radiografía de la cultura de la fama y del universo de la información vírica, donde el bulo es una toxina que infecta toda comunicación. Se añade una provocadora crítica del puritanismo moral, un tema muy actual gracias al auge de la ultraderecha estadounidense. No obstante, y a pesar de incluir ciertas alusiones a la alta cultura —la novela La Letra Escarlata, de Nathaniel Hawthorne— y a la cultura popular —el cine de los años 80—, Rumores y mentiras no puede evitar caer en una visión maniquea de la realidad, con personajes planos que son buenos o malos y, como no podía ser de otra manera, un final redentor que tranquiliza conciencias.
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