(1) MACHETE, de Robert Rodríguez y Ethan Maniquis.

CARICATURA DE SERIE B
Si hay algo que se le debe reconocer al director, guionista, músico y productor Robert Rodríguez es, independientemente de la calidad de sus películas, el estilo propio que ha logrado afianzar a lo largo de su filmografía y que hace reconocible su autoría para el gran público. Pese a haber sido seducido por las Majors tras alcanzar el éxito, resulta inevitable relacionarle con un tipo de films de acción de bajo presupuesto y rodajes relámpago, caracterizado por la sorprendente agilidad del montaje y los constantes guiños cinéfilos.
Machete es la expansión de aquel falso trailer que precedía la función Grindhouse, pergeñada por Quentin Tarantino y Robert Rodriguez, y exhibe exactamente los mismos defectos y virtudes que Planet Terror (2007), la mitad firmada por el prolífico cineasta tejano. Se trata de una sobreexplotada historia de venganza, narrada de forma incoherente y torpe, bajo el formato de un western clásico pero afeado por una estética sucia, altísimas dosis de violencia y un retrato decadente de personajes, cuyo resultado se me antoja un digno homenaje al spaghetti western al tiempo que parodia aquellos títulos de calidad ínfima (serie Z) que se exhibían en los programas dobles de cualquier cine de barrio estadounidense.
Machete es una caricatura de toda esa cultura popular que el realizador mamó desde su infancia. El problema es, además de repetir hasta la exasperación los mismos tics, tópicos y clichés, que acaba creyéndose por encima del objeto de su sátira, cuando en verdad forma parte de ella.
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