(1) DIDI HOLLYWOOD, de Bigas Luna.

EL PRECIO DEL ÉXITO
Bigas Luna aborda en este film el itinerario de la joven española Diana Díaz desde camarera en un bar de copas hasta el éxito en Hollywood, es decir, el lento y duro camino recorrido para convertirse en rica y famosa en el singular mundo del cine, pasando de actriz a estrella, de tener una vida privada a quedar subordinada a las exigencias de los medios, de mantener una ética estricta a prostituirse vendiendo su cuerpo a cambio de ventajosos contratos y masivas promociones.
Pero si en Ha nacido una estrella Wellman en 1937 y Cukor en 1954 trataban el triunfo y el fracaso en la industria del cine estadounidense con sobriedad y rigor mostrando con inteligencia la conversión de la actriz profesional en mito y la sublimación de la belleza en glamour, Bigas Luna ha utilizado sus experiencias en Los Ángeles para elaborar un relato melodramático estructurado como una sucesión de vivencias “realistas” pero anecdóticas que pocas veces alcanzan la categoría de expresión artística y que destilan un tufillo moralizante que estalla al final con la protagonista arrepentida preguntándose si valía la pena tanto sacrificio en sus inicios, con trabajos vulgares, hambre, minúsculas habitaciones, interminables castings y sevicios como chica de alquiler en fiestas golfas, para caer en las garras de managers, productores y amantes guapos sólo interesados en sus negocios o placeres, lejos de una patria añorada en la que amigos y familia representan lo único bueno en la vida.
Hay que reconocer la habilidad de Bigas Luna para obtener financiación de las más diversas procedencias, sean instituciones públicas —a destacar, las valencianas— o empresas privadas a cambio de promocionar lugares emblemáticos o marcas de prestigio. Y también constatar el dominio del director, productor y guionista catalán de los rastos de una estética moderna que sume el lenguaje de la TV, los videoclips y la tecnología digital.
Finalmente, ojalá me equivoque, no estoy convencido de las dotes interpretativas de Elsa Pataky como actriz ni de su futuro como gran estrella de cine. Lo que no comprendo es su absurda insistencia en que no confundamos las andanzas del personaje —la hollywoodiense DiDi— con su propia carrera profesional, después de su preocupación en el rodaje por no traspasar los límites de la decencia en las escenas de erotismo con exhibición corporal.
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