DIEGO SABANÉS, DIRECTOR DE “MENTIRAS PIADOSAS”

“LA GENTE SE CREA FICCIONES PARA SER FELIZ”
El cineasta argentino Diego Sabanés debuta en el largometraje con una comedia negra familiar titulada Mentiras piadosas, una adaptación libre de un relato breve de Julio Cortázar. En ella, se reconstruye el dramático engaño que tienen que mantener unos jóvenes frente a su anciana madre, angustiada por la falta de noticias del tercero de sus hijos. Aclamada por el público argentino, Mentiras piadosas fue nominada en 3 categorías de los Premios de la Academia Argentina 2009: mejor maquillaje, mejor debut cinematográfico y mejor guión adaptado.
¿Qué te sedujo del relato de Julio Cortázar “La salud de los enfermos” para adaptarla al cine?
Siempre me he sentido atraído por la obra del gran escritor argentino Julio Cortázar, considerado uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo y maestro de la narración breve en general. Fue uno de los precursores de una nueva forma de hacer literatura en Latinoamérica, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que quebraban la linealidad temporal y donde los personajes adquirían una autonomía y una profundidad psicológica poca veces vista.
¿Mentiras piadosas es una metáfora de que, de una forma u otra, vivimos una mentira, de que la usamos como una válvula de escape de una realidad que no nos gusta?
Cuando ensayábamos las escenas y rodábamos la película intentaba no usar la palabra mentira, pese a ser el título del film, porque para mí lo que les ocurre a los protagonistas es que viven una ficción compartida, sostienen algo que es una ilusión por un bien mayor, que es la salud de la madre. La madre afirma, en un momento de la película, que también se vive de ilusiones. Crear ciertas ficciones en nuestras vidas cotidianas puede ayudarnos a darles sentido, a vivir felices, en cualquier ámbito de la vida, desde el laboral, sentimental, familiar, etc. ¿Quién no ha creído ver que su relación con su pareja es mejor de lo que es realmente? ¿Quién no se ha negado alguna vez a ver lo mal que está en el trabajo? Creo que es más común de lo que pensamos. Lo malo de vivir con ficciones es que si uno se despega demasiado con la realidad, perdiendo el contacto con ella, se corre el riesgo de vivir en la negación.
¿Podemos darle a la historia de esta familia una proyección más social? ¿Es la sociedad argentina partícipe de una ficción compartida?
Desde que me puse a trabajar en esta película, hace casi una década, han pasado muchas cosas en Argentina. Hubo una crisis brutal en el país que explotó en el 2001 que precipitó la caída de una gran ficción: la paridad del peso argentino y el dólar estadounidense. Ello supuso una catarsis nacional. Habíamos vivido con la creencia de ser tan ricos como la primera potencia mundial. De repente nos vimos pobres, incluso hambrientos. Durante años perdimos la noción de la realidad pero la recuperamos bruscamente.
Es algo parecido a lo que está pasando en España: con el euro nos creímos ricos, alimentamos una burbuja inmobiliaria y, tras mucha especulación, ahora descubrimos que todo era una mentira.
La historia se repite con pequeñas variaciones autóctonas. Volviendo a Argentina, hay mentiras que fueron creadas por los dirigentes para evadir problemas internos, como la Guerra de las Malvinas. La Junta militar creó una corriente de fervor patriótico increíble. Pero al acabar el conflicto, con el resultado que todos sabemos, se descubrió la ficción: fue un auténtico disparate.
Si una mentira la repites mil veces, ¿acaba siendo verdad?
Como ministro de propaganda de la Alemania nazi, Goebbles lo dijo en un sentido manipulador hacia los medios de comunicación y hacia la opinión pública. Mentiras piadosas cambia la perspectiva pero incide en los mismos mecanismos psicológicos: la negación de la realidad y la fantasía como válvula de escape.
Cuando se institucionaliza una mentira, hay que ver qué incómoda es la verdad.
Es una de las consecuencias de vivir una ficción hasta sus últimas consecuencias. Todo lo que recuerde a la verdad es molesto y se tiende a rechazarlo. Es el punto de no retorno.
Estamos viendo la mentira desde el punto de vista del mentiroso, pero ¿cuál es la óptica de la víctima del engaño?
El personaje de la madre, víctima exclusiva de todo el engaño, es quizá el más escurridizo, porque es el vórtice de toda la trama principal. Todo se organiza con tal de mantener a la madre tranquila debido a su mal estado de salud. Ha creado controversia, pero creo que la madre no es tampoco inocente de la situación creada. Es una sutil manipuladora que utiliza la ausencia del hijo como excusa para extender una red de dependencias y sometimientos al resto de la familia. Es curioso, en Argentina tiene una imagen pésima, pero en España la gente la ve como víctima.
En todo caso, refleja una familia muy matriarcal. ¿En Argentina es así?
Creo que sí. Contradictoriamente, en todas las sociedades machistas parece que las mujeres tienen un poder en la sombra enorme.
El film tiene, además, un marcado tono costumbrista. El hecho de que sea de época ayuda.
Que estuviera ambientada a mediados del siglo pasado no tiene que ver tanto con lo tecnológico, con el avance de las telecomunicaciones y cómo se han reducido las distancias, sino con el tema del peso de los lazos familiares y el retrato de una clase social en decadencia. En esos años las familias burguesas se regían por unos roles establecidos más rígidos de los actuales: el hijo mayor heredaba la gestión de la empresa familiar, las hijas se dedicaban al cuidado de los padres, etc. En los 50 se produjo un cambio que anunciaba una nueva época de más libertad frente al autoritarismo paterno.
Pau Vanaclocha
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