(1) MI SEGUNDA VEZ, de Bart Freundlich.

SOBRE LAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES
Prueba de que las segundas oportunidades están de moda en la comedia romántica estadounidense más actual es este descafeinado film, que no obstante cumple eficazmente con la función gratificadora, previo paso por taquilla, para la que está diseñado. Dirigido a un público femenino ya entrado en años, el planteamiento de Mi segunda vez refleja una situación real que han vivido, viven y vivirán muchas mujeres, esto es, las relaciones de una mujer adulta con un hombre mucho más joven, con todas las consecuencias sociales, familiares y personales que acarrean.
Revisando grabaciones realizadas durante el cumpleaños de uno de sus hijos, una hermosa y atractiva ama de casa de 40 años descubre que en la celebración del mismo su marido se acostó con otra mujer. Tras la ruptura, la protagonista se muda a la ciudad con sus dos hijos, donde encuentra casa y trabajo en tiempo record. Pronto contrata a un simpático y cariñoso niñero de 25 años con el que inicia, pese a los obstáculos, prejuicios e inseguridades, una inesperada pero apasionada relación romántica.
Pese a algunas certeras observaciones sobre las relaciones de pareja, Mi segunda vez se decanta por el sentimentalismo más edulcorado, resultando un previsible film carente de trascendencia o personalidad propia. No ayuda la maniquea construcción de personajes ni un guión plagado de tópicos, sentimientos puros y visiones idílicas de lo que tiene que ser una relación afectiva “perfecta”.
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