(1) UN FUNERAL DE MUERTE, de Neil LaBute.

DÉJÀ VU
Las comparaciones son odiosas, pero resulta inevitable sentir un incómodo e insatisfactorio déjà vu mientras se contempla el último film de Neil LaBute, Un funeral de muerte. Y lo es porque el film es un innecesario remake, versión afroamericana, de la entretenida y desmitificadora comedia negra de Frank Oz, del mismo título. Si la primera, una coproducción británico-estadounidense de 2007, realizaba un sarcástico y mordaz retrato de una familia desestructurada que se reúne en el entierro del patriarca de la misma, en ésta el humor negro se transforma en chabacanería. La copia exacta de gags elimina el factor sorpresa y cualquier atisbo de originalidad. La necesidad de tener que mirar frecuentemente el reloj y de cambiar insistentemente de postura en la butaca del cine se me antojó totalmente ineludible.
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