LAURA MAÑÁ, DIRECTORA DE “LA VIDA EMPIEZA HOY”

“LA PIEL ENVEJECE PERO LAS SENSACIONES NO”
La directora catalana Laura Mañá (Barcelona, 1968) aborda, con naturalidad y rigor, un tema tabú en la sociedad española en su última película, La vida empieza hoy, la sexualidad cuando ya ha llegado la edad de jubilación. Se trata de un amable retrato coral de un grupo de asistentes a una clase de sexo para mayores que, por alcanzar un tono justo, elegante y respetuoso sin perder un ápice de humor, recibió el Premio de la Crítica el pasado Festival de Cine de Málaga. Un film con mensaje optimista que reivindica las bondades del sexo a cualquier edad y el derecho a disfrutarlo hasta el final.
¿Cómo surge la idea de la película?
Hace unos años, la guionista Alicia Luna me comentó la existencia de estas clases de sexo dirigidas a gente mayor que se imparten en algunos centros cívicos. Lo primero que me pregunté fue, ingenuamente, qué se enseñaba en ellas que los asistentes no supieran ya. Pero desgraciadamente comprobé que existe en España una generación de personas que desconocen todo lo relacionado con la sexualidad humana por culpa de una educación puritana y moralista recibida en su juventud, una religión muy represiva que ha demonizado el cuerpo humano y sus instintos naturales y un contexto histórico muy adverso. En pleno siglo XXI, es sorprendente que alguien pueda pensar que la sexualidad es algo sucio, pecaminoso, desagradable… algo que hay que ocultar y reprimir y de lo que sentirse culpable.
¿Qué fue lo que te llamó más la atención mientras te documentabas sobre el tema?
Para documentarnos a la hora de escribir el guión, empezamos a asistir a estos talleres y nos encontramos en un espacio en el que más que clases teóricas donde un profesor alecciona y unos aplicados alumnos toman notas había un grupo de gente con un montón de tiempo libre que compartía experiencias, preguntaba dudas, debatía sobre aquellos temas que le interesaba. La conclusión a la que llegué mientas asistía a estos cursos didácticos es que tu piel envejece pero las sensaciones no.
¿Esas clases de sexo son como las muestras en la película?
Todo lo que se dice o se hace en el taller de sexo en la película reproduce exactamente las clases tal y como son. Les enseñan a los mayores lo más básico, desde cero: aprender a darse placer, mirarse al espejo y aceptar su cuerpo tal y como es, hablar de las cosas por su nombre… De hecho, muchos de los diálogos y situaciones los hemos sacado de las clases de sexo para mayores a las que asistí para documentarme.
¿Por qué sexo y tercera edad son términos aparentemente incompatibles?
De forma errónea creemos que sexo y tercera edad son conceptos antagónicos, pero es la perversa conclusión a la que hemos llegado al no haber hablado con naturalidad sobre el tema. Es tabú en nuestra sociedad. Además, nos han inculcado un pensamiento nefasto: cuando te haces viejo dejas de ser “productivo” en todos los sentidos. La jubilación no sólo es laboral sino sexual. Y no es así, la gente siempre tiene necesidades afectivas y sexuales, tenga 15 años o 80 años. Se modifican con la edad, pero se mantienen. Hay que aprender a convivir con las limitaciones propias de la edad. Precisamente los jubilados tienen tiempo: para oler, para degustar, para descubrir lo que han olvidado que les gusta. Mi intención en La vida empieza hoy es abordar con naturalidad y buen humor ese enfoque y, sobre todo, reivindicar las bondades del sexo a cualquier edad.
¿Se puede vencer esa educación represora, superar los miedos, los prejuicios?
Sin duda, es posible redescubrir a cualquier edad el placer, ya sea en solitario o en compañía. Los personajes de la película tienen orígenes, contexto y conflictos diferentes pero comparten los mismos deseos y preocupaciones. Aspiran a ser felices, a descubrirse a sí mismos, a dejarse llevar tras una larga vida frenando sus impulsos y malviviendo por los demás. Quieren ser libres, ser dueños de su propia vida.
También hablas de las conflictivas relaciones entre padres e hijos.
Es sorprendente que en las clases a las que asistí se hablara sin tapujos y con toda naturalidad sobre cuestiones íntimas y cada vez que pregunto a la gente joven si se imagina a sus padres teniendo relaciones sexuales me contesta, presa de una risa nerviosa e incómoda, que no. La mayoría de los jóvenes ni concibe que sus padres o abuelos practiquen sexo. Paradójicamente, hay una generación de hijos que es más reaccionaria que sus padres. Hay casos en los que se han cerrado estos talleres por las quejas de los hijos al parecerles escandaloso lo que se trata en ellos. Lo que me recuerda la importancia de una sólida educación sexual en las escuelas.
Sin embargo, existe más complicidad entre abuelos y nietos.
Cierto. Se da mucho que tanto los nietos como los abuelos tienen tiempo pero no tienen el espacio. Lo contrario que los que se consideran en edad productiva, que tienen espacio pero no tienen tiempo.
Pau Vanaclocha
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