(1) STREET DANCE ¡A BAILAR!, de Max Giwa y Dania Pasquini.

A TODO RITMO
Hasta el momento, la llegada del 3D ha significado antes una mera operación comercial -entradas más caras, incluyendo el préstamo de gafas especiales- que una sustantiva mejora narrativa y expresiva de los filmes realizados en relieve. Buena prueba de ello es Street Dance ¡A bailar!, dirigida por Max Giwa y Dania Pasquini, con acreditado oficio en vídeos musicales. La película contiene una atractiva música de breakdance y una estupenda balada pop pero el guión es una absoluta elementalidad, con los consabidos amoríos, rupturas sentimentales, rivalidades artísticas y gran concurso final.
La presencia siempre estimulante de Charlotte Rampling, como profesora de danza clásica en una academia londinense, y un grupo de buenos bailarines modernos son aspectos positivos a considerar en esta película que intenta enfrentar primero y sintetizar después dos estilos coreográficos tan distintos como el street dance y el ballet clásico. El primero es de origen callejero, sus ritmos son sincopados y de origen africoamericano, su carácter es vitalista y espontáneo, su finalidad es básicamente lúdica, se ejecutan ejercicios acrobáticos y su uniforme recuerda la indumentaria deportiva. La danza clásica es de origen aristocrático, se estudia en conservatorios, los movimientos son armónicos y regidos por normas académicas, la música es culta y elegante, las posturas del cuerpo están subordinadas a la expresión poética de emociones, los bailarines aspiran a la profesionalidad y la ropa habitual son las mallas, las camisetas de tirantes y las zapatillas de ballet.
En Street Dance ¡A bailar! el aspecto didáctico también se halla presente y se omiten las consabidas bandas callejeras enfrentadas con violencia y con adicción a las drogas. Rodada en formato 3D con predominio de planos generales y de larga duración, el efecto de relieve en las imágenes es patente pero irrelevante respecto al resultado definitivo. Sustenta la tesis de que todo es baile cuando hay una música, un cuerpo en movimiento acompasado y un público receptor, pero resulta muy discutible cuando trata de conciliar dos estéticas tan opuestas como las señaladas anteriormente.
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