(1) EL REGALO, de Cristián Galaz y Andrea Ugalde.

SIEMPRE HAY LUGAR PARA EL AMOR
Discreta comedia romántica chilena que, si bien parte de una idea interesante, no puede evitar caer en los tópicos y convencionalismos propios del vodevil más ligero y frívolo, donde los equívocos, las casualidades y las situaciones cómicas no dejan desplegar la intensa carga dramática que contiene, de forma innata, la historia que se narra. Un recién jubilado profesor universitario, viudo para más señas, sufre en silencio la amarga soledad y la inactividad propia de su nueva etapa vital, llegando incluso a plantearse el suicidio. Para animarlo, dos amigos de la infancia le invitan a pasar unos días en las termas de Chillán, donde poder disfrutar de la naturaleza, los amigos y conocer gente nueva.
Galardonada como Mejor Película en el Festival de Cine de Trieste (Italia) de 2009, El regalo plantea el mensaje optimista y gratificante de las segundas oportunidades a edades más maduras, pero elige el camino más fácil de cara a la taquilla, el de la superflua comedia de enredo donde los personajes, excesivamente maniqueos, adoptan roles predeterminados y son incapaces de evolucionar –salvo el protagonista, claro–, el conflicto está alargado artificialmente gracias a concesiones de guión como equívocos de todo tipo y casualidades muy oportunas, todo ello orientado a ese final perfectamente cerrado y feliz que el mal cine, o el menos bueno, nos tiene ya acostumbrados. Una pena.
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