LUIS MIÑARRO, DIRECTOR Y PRODUCTOR DE “FAMILY STRIP”

“HE PERDIDO EL MIEDO A DIRIGIR”
Tras trece años produciendo algunos de los títulos más arriesgados y prestigiosos de la cinematografía española de la última década, el productor Luis Miñarro (Barcelona, 1949) ha dado el salto a la dirección cinematográfica. Y lo hace con Family Strip, un pequeño documental, rodado con un mínimo equipo técnico y un presupuesto muy limitado, en el que sus nonagenarios padres, cuya muerte se produjo al poco de terminar el rodaje, relatan a través de su experiencia personal los profundos cambios que ha vivido la sociedad española. Hasta hace poco pudimos disfrutar de su filmografía en un ciclo dedicado a su persona en el IVAC-La Filmoteca. Para resaltar todavía más su trayectoria, hace pocos días nos enteramos de que su último proyecto, la película tailandesa Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas del director Apichatpong Weerasethakul , obtuvo la Palma de Oro del pasado Festival de Cannes.
¿Cómo se gestó la idea de Family Strip?
Para celebrar el 65 aniversario de boda de mis padres se me ocurrió hacerles un regalo. Les propuse retratarnos en un cuadro los tres porque, viendo que se estaban haciendo muy mayores y que cualquier día desaparecerían, deseaba tener un buen recuerdo de ellos. El primer día que empezamos a posar pensé que sería una buena idea filmar el proceso de creación del cuadro ya que, intuía, de esa experiencia saldrían cosas interesantes. Así, durante siete sesiones se organizó un rodaje hiperreducido con únicamente un operador de cámara y un técnico de sonido.
Y empezaste a grabar sin saber lo que saldría de allí. ¿Qué tenías en mente?
Nada en concreto. Era todo muy improvisado, sin segundas tomas, sin artificios, sin guión. Iba a ser un regalo familiar destinado al consumo privado. Algo muy íntimo. Pero a medida que avanzaba el rodaje me dí cuenta de que el material grabado iba dando forma a un retrato generacional único e irrepetible. La generación de nuestros padres, de los que rondamos ahora los sesenta, ha vivido acontecimientos de extraordinaria importancia. Han sufrido guerras, dictaduras, penurias y represiones. Se trata de una generación que se extingue, silenciosa, llevándose consigo una forma de vida, una educación y unas costumbres que ya no comparten con los más jóvenes. Sin saberlo, mis padres estaban dando rostros singulares, concretos, a la memoria histórica. Con SU historia, hablaban de LA historia en general.
¿Ha sido positiva la experiencia?
Family Strip me está sirviendo como terapia en muchos aspectos. A nivel personal ha sido fundamental para conocer la historia de mi familia y para profundizar las relaciones con mis hermanos. En pleno rodaje me enteré de cosas que desconocía, como que existo gracias a las tretas de mi madre ya que mi padre no quería tener más hijos tras nacer mis hermanos mayores.
Y enseguida llegó el reconocimiento…
Llevé Family Strip al Festival Karlovy Vary, de la República Checa. Allí una audiencia que desconoce la realidad social, política y cultural de España se sintió totalmente identificada con los protagonistas del documental, lo que me animó a ir presentándola a diversos festivales hasta su estreno en España. Creo que gusta al público extranjero porque representa fielmente a la familia mediterránea, que es muy distinta a la familia anglosajona por poner un ejemplo, donde los hijos se desvinculan afectivamente de los padres y no existe una conexión emocional tan fuerte.
Algunos críticos afirman que el film es una “pequeña gran obra”. ¿Estás de acuerdo?
Se podría decir así. Es una película frágil en la medida en que está hecha de una manera improvisada y no hay ningún pronunciamiento estilístico de cine pero sin embargo hay gente que ensalza la doble lectura, personal y social, del documental. Concreta y trasciende a la vez. En todo caso la he hecho en homenaje a mis padres y en un momento determinado he querido compartirla con todos aquellos que tengan interés por conocerla.
¿Cómo asumieron tus padres el protagonismo de Family Strip?
Encantados. Ten en cuenta que era una película casera y se prestaron al juego. Les hacía ilusión dejar imágenes suyas para la eternidad. Querían dejar un recuerdo para la familia que les hiciera aparecer tal y como eran, hablando, riendo. Mi madre, a pesar de su edad, era consciente del valor del cine como testimonio de la realidad. Por otro lado, el equipo de rodaje fue tan escaso que apenas molestamos en su vida diaria, incluso los técnicos se quedaban a comer en casa.
A menudo te defines como un defensor de la ética en el cine. ¿Qué quieres decir?
El cine es un poderoso medio de comunicación que tiene una gran capacidad de trasmitir mensajes, crear opiniones, sensaciones y sentimientos. El poder de la imagen es enorme. Todo aquel que trabaja en este sector tiene que actuar de forma responsable. No todo vale.
¿Cambia mucho la óptica cuando pasas de producir una película a dirigirla también?
Por sus características, Family Strip no ha sido un proyecto difícil de hacer. La ausencia de pretensiones y el hecho de ser pensada como un vídeo casero le quitaron complicaciones. Pero sí tuve que seguir mi intuición y dejarme llevar. Así he perdido el miedo a dirigir. Que ya es, ¿no crees? He llegado a la conclusión de que se pueden hacer películas de un modo sencillo gracias a las nuevas tecnologías y tratar temas cercanos que no por ello son menos interesantes.
Como productor exclusivo de cine de autor, ¿cómo se lleva eso de nadar a contracorriente?
El hecho de tener una línea de producción bastante marcada no significa nadar a contracorriente sino que centro mi atención en un tipo de producto muy específico que desgraciadamente es muy arriesgado financiar. Yo apuesto por un cine muy personal, basado más en criterios artísticos que en comerciales. Me gustan las películas honestas que muestran realidades desconocidas y que al final te dejan una puerta abierta. No me interesa la violencia ni el terror.
¿Cómo eliges los guiones? ¿En qué te basas para apostar por uno o por otro?
Me muevo por intuición. Suelo escoger un proyecto no porque me llega un guión y tras leerlo acepto producirlo. Tengo que conocer al director, saber qué pretende hacer, qué desea transmitir. Conocer de qué va la apuesta.
Has apoyado a directores noveles (Marc Recha, Albert Serra, Julio Wallovits) pero también trabajas con reconocidos realizadores (José Luis Guerín). Acabas de presentar la última película de Manoel de Oliveira en el pasado Festival de Cannes.
Manoel de Oliveira es un fenómeno de la naturaleza. A pesar de su edad tiene el irrefrenable deseo de hacer una película al año. He colaborado con él en dos películas, la anterior Singularidades de una chica rubia (2009) y ahora El extraño caso de Angélica (2010), y han sido experiencias muy positivas. Su visión del cine me encanta. Ojalá tuviera su lucidez y llegara a su edad con la misma energía.
¿Te ha sorprendido que ganara la Palma de Oro la película tailandesa Lung Boonmee Raluek Chat, del director Apichatpong Weerasethakul? A Eddie Saeta S.A., tu productora, le corresponde una parte del premio.
Fue una agradable sorpresa. Se trata de una película muy extraña, muy alejada de los cánones y los gustos occidentales. Refleja ese mundo primitivo existente en las junglas del Extremo Oriente, donde reinan las creencias y las filosofías animistas relacionadas con el más allá, los fantasmas del pasado y sus reencarnaciones. Me chocó el entusiasmo de la crítica especializada, que la apoyó frente a otras producciones firmadas por grandes realizadores. Normalmente la Palma de Oro se otorga a películas muy sólidas desde el punto de vista industrial, de autores muy conocidos y de alguna manera que un director tailandés ganara supone una apuesta por lo novedoso, lo exótico, procedente de otros lugares del planeta.
Se ha anunciado un próximo recorte de ayudas al cine español.
He leído que se rebaja un 50% las subvenciones. Ante este panorama, la mitad de productoras no va a sobrevivir. Consecuentemente, se va a reducir el número de películas producidas. El sector se va a resentir. Pero apelo a la creatividad y al talento para superar las adversidades.
Pau Vanaclocha
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