(3) NADIE SABE NADA DE GATOS PERSAS, de Bahman Ghobadi.

REBELDÍA MUSICAL EN TEHERÁN
Acostumbrados a un cine iraní encorsetado por las autoridades religiosas, Nadie sabe nada de gatos persas es, pese a sus evidentes limitaciones, un necesario y revitalizador soplo de aire fresco que nos muestra la desconocida y compleja realidad de aquel país. Y quién mejor que el cineasta Bahman Ghobadi, autor de la aclamada Las tortugas también vuelan (2004), esa durísima crónica sobre la guerra en el Kurdistán que obtuvo la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, para alejarse de ese paisaje de miseria económica y cultural en un mundo preponderantemente rural y desértico con el que el cine persa ha logrado reconocimiento en Occidente y presentarnos los incipientes movimientos urbanos que han emergido en Irán durante los últimos años.
Ganadora del Premio Especial del Jurado en la sección Una cierta mirada de Cannes 2009, Nadie sabe nada de gatos persas narra las andaduras de dos músicos y su representante para conseguir pasaportes y escapar así a Europa y actuar sin esconderse mientras buscan miembros para formar un nuevo grupo, excusa perfecta para realizar un ecléctico recorrido por el circuito musical clandestino de Teherán. Rodado con un estilo semidocumental y con actores no profesionales, el film denuncia la persecución de toda música que suene occidental, configurando un sobrio retrato de una cultura urbana amordazada y una juventud que convierte la música “indie” en un vehículo de rebeldía y un antídoto contra la resignación ante el fundamentalismo de un régimen teocrático represor.
No obstante, y a pesar de la osadía de la propuesta, no acaba de profundizar bastante en el conflicto. El film, más bien, deriva en una sucesión de inocentes actuaciones musicales protagonizadas por diversos grupos teheraníes, montajes que se alejan de las últimas tendencias en el lenguaje y la técnica del videoclip actual. Además, el desenlace forzado y melodramático, una salida de tono con respecto al resto de la cinta, acaba por devaluar cualquier intencionalidad analítica.
¿Por qué añadir a una realidad documentada elementos de ficción que no hacen sino difuminar su mensaje crítico? Supongo que para superar la férrea censura, pero traicionando el espíritu de improvisación que acompañaba el inicio de la película.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.