(2) LLUVIA DE ALBÓNDIGAS, de Philip Lord y Chris Miller.

EXCESOS CULINARIOS
Una grata sorpresa ha sido el estreno de esta película de animación estadounidense producida por Sony Pictures y realizada por Chris Miller, director de Shrek tercero (2007), junto al novato Philip Lord, pues Lluvia de albóndigas se aleja, sin abandonar los parámetros comerciales de la animación USA —tendencia al infantilismo, estructura de cuento, existencia de moraleja, recreación de una historia de superación personal, esquematismo sentimental, etc—, del modelo disneyano de animación, mucho más convencional y conservador, por otro más innovador y refrescante, que logra captar la atención del espectador más exigente tanto por la ruptura del realismo en el dibujo, cuya estilización recuerda al universo de Tim Barton pero mucho más colorista y vitalista, como por el tratamiento más cuidado y riguroso de la historia y de los personajes.
La película narra las aventuras de un joven inventor que logra crear una máquina que hace llover comida del cielo, aunque pronto su hazaña es malograda por la ambición de un político local, advirtiéndonos del abuso de la ciencia pero también de los peligros de la sobrealimentación, una epidemia que afecta al primer mundo, especialmente en Estados Unidos: actualmente, alrededor del 64% de los adultos de los Estados Unidos tiene sobrepeso y el 30,5% es obeso.
Lluvia de albóndigas se enmarca, además, en ese tipo reciente de animación, cuyo título más representativo es Shrek (2001), concebida no sólo para el entretenimiento de los más pequeños, sino que tiene en cuenta la presencia del público adulto, aportando una dosis de humor más inteligente que surge cuando menos te lo esperas en una catarata de gags tanto visuales como dialogados, que maneja con soltura el lenguaje gestual de los clásicos mudos —Buster Keaton, Charles Chaplin— mientas los personajes intercambian ingeniosos diálogos con mucha ironía. Por otro lado, el ritmo del relato es creciente, sin un momento de descanso desde el principio hasta el final del film, aspecto difícil de conseguir sin un guión lo suficientemente sólido.
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