(0) SOY UN PELELE, de Hernán Migoya.

ESPAÑOLADA
Insufrible comedia “gamberra”, versión castiza de la comedia desmadrada estadounidense, ese peculiar subgénero cinematográfico dirigido exclusivamente a un público joven y poco exigente que se divierte ante las aventuras escatológicas y sexuales de un variado grupo de personajes, cada cual más estrafalario. Heredero directo del cine preconstitucional –sólo faltaba que aparecieran Pajares y Esteso, aunque diversos personajes secundarios asumen sus papeles más característicos–, Soy un pelele es una especie de vodevil ligero con ramalazos almodovarianos incluidos que revela una obsesión enfermiza por enseñar desnudos, el chiste fácil y el humor zafio sin mayor pretensión que provocar la vergüenza ajena. Desgraciadamente, este tipo de películas proporcionan argumentos a los que, movidos por el prejuicio y la ignorancia, atacan al cine español por su mala calidad utilizando el calificativo peyorativo de “españolada”, como si todo el cine realizado en España fuera así. Huir.
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