(3) UP, de Pete Docter y Bob Peterson.

LA MADUREZ DE UN GÉNERO
Quienes hayan tenido la fortuna –o la habilidad– de aprender a ver la animación sin caer en el dogmatismo que emana de todo prejuicio –son fácilmente reconocibles sus detractores, que confundiendo una parte con el todo, amparándose en trasnochados clichés ya superados y negándose a reconocer su vertiginosa evolución, suelen subestimar este maltratado género cinematográfico por considerarlo un pasatiempo menor y/o un producto comercial destinado exclusivamente al público infantil–, tienen la posibilidad de disfrutar del último trabajo de Pixar, una auténtica joya animada altamente recomendable.
Up supone, en mi modesta opinión, la madurez de un género que declara por méritos propios su mayoría de edad, pues no solamente ha logrado renovar sus contenidos y aplicar las más modernas tecnologías para configurar un producto entretenido y bien acabado, sino que también ha perfeccionado su estilo hasta dominar con solvencia todos los recursos visuales y narrativos –inmejorables los primeros cinco minutos de metraje, donde se muestra el pasado del protagonista: qué perfección de encuadres, qué dominio del ritmo, qué ejemplo soberbio de montaje, qué bella banda sonora– utilizando un lenguaje poético que trasciende el mero cuento para niños. Up no es sólo un tierno y conmovedor relato infantil. Dirigido también a unos acompañantes adultos cansados de la superficialidad y la sensiblería de antaño, el film narra una historia, aparentemente sencilla pero cargada de reflexiones vitales, de un jubilado solitario y cascarrabias que cumple una vieja promesa a un ser querido ausente y que habla de conceptos tan humanos como el amor perdido, la vejez, la soledad, la nostalgia y la necesidad de aventura. Todo ello presentado bajo el prisma del humor inteligente, de alta comedia, que recuerda, al igual que en Wall-E (2008), a los grandes maestros del género cómico –Chaplin y Keaton– en un sutil pero certero homenaje al cine en mayúsculas.
En definitiva, Up rompe moldes. Sin duda, es un soplo de aire fresco y renovado en el competitivo mundo de la animación. Una rara avis, que, sin duda, encierra secuencias antológicas en la historia del género.
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