(3) MEIN FÜHRER, de Dani Levy.

RETRATO FREUDIANO DE HITLER
A la hora de citar los antecedentes fílmicos sobre Hitler y el nazismo, contemplados bajo el peculiar prisma de la sátira, es inevitable referirse a El gran dictador (Charles Chaplin, 1940) y a Ser o no ser (Ernst Lubitsch, 1942), filmes magistrales prohibidos por los censores franquistas durante largos años. Su influencia en Mein Führer es muy palpable aunque se pueden rastrear también confluencias con otros títulos como es el caso de Bienvenido Mr. Marshall (Luis García Berlanga, 1952) o de La prima angélica (Carlos Saura, 1973).
Dani Levy, cineasta judío con notables antecedentes, ha declarado que nunca ha creído en el documental y en el drama como géneros capaces de recrear la tragedia del Holocausto porque es el humor, mejor si es absurdo y surrealista, el más apropiado instrumento para representar en cine todo el horror de aquellos crímenes, alabando la poética comicidad de Roberto Benigni en La vida es bella.
Co-protagonizado por Hitler y por un antiguo actor judío que había sido profesor suyo de interpretación teatral, Mein Führer fue rodado con ayuda de maquetas y de efectos digitales par mostrar un Berlín en ruinas alrededor del edificio de la Cancillería del Reich en el tránsito de 1944 a 1945, con un dictador ya enfermo, deprimido y consciente de la inminente derrota, a quien los jerarcas nazis preparan un inflamado discurso de año nuevo para elevar la moral de resistencia del pueblo alemán.
El mérito principal de la película, atribuible al talento como guionista y realizador de Dani Levy, es el singular tono del relato, una inteligente y corrosiva parodia del dictador y de su régimen totalitario que echa mano de la ironía, al paradoja, la burla y los gags más delirantes para urdir una fábula mucho más humanista que política y que hace discurrir sabiamente entre la ficción disparatada y la verosimilitud histórica, muy lejos por cierto de la burda caricatura elaborada por el productor Mel Brooks en Soy o no soy.
A destacar, finalmente, tres rasgos relevantes: la música intimista de Niki Reiser, el determinante enfoque psicoanalítico del personaje de Hitler -instrumento a la vez de conocimiento profundo y de humor desmitificador- y el epílogo con la encuesta sobre Hitler y el nazismo -un período desconocido para los más jóvenes- como una llamada a favor de la memoria colectiva y contra el olvido.
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