(1) NAPOLEÓN Y YO, de Paolo Virzi.

EXILIO EN LA ISLA DE ELBA
Esta coproducción italo-franco-española es una decepcionante película histórica que mezcla hechos reales con una ficción arbitraria y populista para plantear el enfrentamiento entre el derrotado emperador Napoleón I (1769-1821) y un joven maestro jacobino, contratado como bibliotecario que desea matarlo para vengar la muerte de miles de jóvenes campesinos obligados a alistarse en los ejércitos franceses. El marco geográfico e histórico del film es la isla italiana de Elba, donde es desterrado Napoleón tras su derrota en Lepzig, con 800 oficiales y soldados a su servicio, entre abril de 1814 y marzo de 1815, antes de poder huir a Francia y ser aniquilado definitivamente en Waterloo.
Un guión inconsistente, plagado de tópicos y sin rigor alguno, intenta compaginar los aires de comedia italiana de los 50 con las serias reflexiones de Bonaparte, presentado con rasgos muy humanos, inteligentes y sensible, pero dominado por sus ansias de poder y de conquista. La película va dando bandazos, sin un punto de vista ideológico consistente: Napoleón es a la vez un tirano y un benefactor, un ambicioso belicista y un libertador de los pueblos. El joven secretario es a la vez un justiciero y un asesino, un revolucionario y un fanático intolerante. Pero la complejidad y la ambigüedad en el mejor cine moderno es otra cosa.
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