(0) BRUNO, de Larry Charles.

EL HUMOR CHABACANO DE UN CARADURA
Sasha Baron Cohen, actor, guionista y productor, se dio a conocer en algunas series de la TV británica, pero se hizo rico y famoso tras el estreno del film Borat: Lecciones culturales de América para beneficio de la gloriosa nación de Kazajistán (2006). En Bruno repite la jugada y utiliza de nuevo la provocación con las peores armas a su alcance: la escatología, la vulgaridad y el mal gusto. Su pretendida sátira se queda en grosero ejercicio de gamberrismo porque sus gags no conectan con la realidad de las cosas, subvirtiendo su sentido más aparente como hace el humor inteligente, resultando todo truculento y artificioso, aunque pueda gustar a un determinado sector del público.
Con breves apariciones de Bono y de Sting, entre otras celebridades, Bruno cuenta las andanzas por medio mundo de un periodista australiano homosexual, muy mariquita y experto en moda, que busca hacerse famoso a toda costa. En realidad es todo un simple pretexto para desparramar una serie de situaciones y de chistes soeces en torno a la sodomía y la felación. La película es un fallido documental, totalmente manipulado, rodado con cámara al hombro, a veces oculta, improvisando las secuencias sobre la marcha a partir de ideas previas. Una especie de rodaje-guerrilla cuya finalidad es torpedear eventos ajenos, con el consiguiente riesgo de producción calculado y asumido con anterioridad, al modo del programa Caiga Quien Caiga, salvando las distancias, y sin excluir el uso de ficción disfrazada de reportaje.
La mayor virtud del film es que sólo dura 83 minutos.
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