(3) RETORNO A HANSALA, de Chus Gutiérrez.

LA REALIDAD DEL INMIGRANTE
Con frecuencia la gente suele olvidar que el cine es mucho más que un simple espectáculo, que existe algo más que tiros y explosiones, edulcorados romances o batallas siderales. Una película puede mostrar realidades más o menos cercanas que desconocemos pero que están ahí. Esa capacidad de registrar nuevos puntos de vista alrededor de realidades incómodas o desconocidas, que nos ayudan a entender lo que existe más allá de nuestras narices, hace que el cine siga siendo una poderosa herramienta difusora de conocimiento.
El último film de la directora granadina Chus Gutiérrez, Retorno a Hansala, despierta nuestra admiración porque es una crónica realista, contundente y sobrecogedora del fenómeno de la inmigración ilegal que se aleja voluntariamente de los prejuicios, generalizaciones y falsas premisas que esconden ciertos discursos políticos que, cada vez con más osadía, asocian la inmigración con la delincuencia, obviando que el inmigrante es la primera víctima de la ambición de quienes trafican con sus esperanzas, anhelos e ilusiones.
El problema es que cuando se habla de inmigración en los medios de comunicación social, los calificados como “expertos” lo reducen a una cuestión meramente cuantificable: el número de personas que entran en el país, la cantidad de pateras que alcanzan nuestras costas, la proporción de población inmigrante frente a la autóctona, etc. El inmigrante carece de rostro que pueda despertar nuestra empatía, pues no podemos sentirnos identificados con aquellos que no conocemos. En ese sentido, apenas sabemos quiénes son, de dónde proceden, por qué deciden abandonar sus hogares y aventurarse hacia países lejanos. Siempre vemos a los inmigrantes desde fuera, sin pararnos a pensar que son personas como nosotros. Ahí radica la importancia del film de Chus Gutiérrez, pues Retorno a Hansala nos ofrece un testimonio veraz de la realidad del inmigrante y no tanto de la sociedad que los acoge. ¿Qué mejor manera de conocer la causa de la inmigración que viajar al lugar donde se genera esa necesidad de emigrar? Esta película tiene, además, la gran virtud de humanizar al inmigrante, al convertirlo en una persona con normbre y apellidos, con familia y lugar de origen, de carne y hueso, con sentimientos.
Basada en hechos reales, Retorno a Hansala narra las peripecias de Martín, propietario de un tanatorio en Algeciras, que en medio de una crisis personal y con problemas económicos que amenazan con cerrar su negocio, recibe la llamada de la Guardia Civil para hacerse cargo de los cuerpos de unos inmigrantes que han fallecido al naufragar en una patera junto a la costa. Tras localizar casualmente a Leila, la hermana de uno de los marroquíes ahogados, Martín decide viajar a su pueblo a entregar a su familia el cadáver. Emprende un viaje iniciático por las montañas de Marruecos en el que nuestro protagonista toma conciencia de la gravedad de la situación del inmigrante, que le permite entender al “otro”, empatizar con esa gente que vive tan cerca pero a la vez tan lejos de nosotros, redescubriendo su inocencia y su humanidad. Un viaje que todos deberíamos hacer para ponernos en su lugar. Y lo hace junto a Leila, que cinco años atrás realizó el mismo recorrido pero a la inversa, quien guía al desorientado empresario por la tierra que le vio nacer, haciendo de intérprete.
Hay películas que son necesarias más allá de sus méritos artísticos o cinematográficos. Galardonada con el Premio Especial del Jurado de la pasada edición del Festival de Valladolid, Retorno a Hansala es una road movie en tono documental imprescindible. Es de agradecer que logre evitar caer en los excesos melodramáticos, pues la cineasta es consciente de la carga dramática inherente a los hechos narrados, y añade elementos de humor para dotar a la historia de mayor credibilidad aprovechando el inevitable choque de culturas que se produce en el viaje.
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