(3) WATCHMEN, de Zack Snyder.

¿QUIÉN VIGILA A LOS VIGILANTES?
¿Tienen sentido los héroes en la actualidad? ¿Cuál sería su función? ¿Irían vestidos con mallas de colores chillones patrullando las calles por las noches? ¿Defenderían altruistamente la Paz y la Justicia o utilizarían egoístamente sus poderes en beneficio propio? ¿Cómo influirían en los acontecimientos sociales, culturales, económicos y políticos? En definitiva, ¿sería positiva o negativa su existencia en la sociedad? Tales cuestiones fueron tratadas por Alan Moore y Dave Gibbons en Watchmen, ensalzada por la crítica especializada como una de las mejores novelas gráficas de todos los tiempos, publicada por primera vez por DC Comics durante los años 1986 y 1987 como una serie limitada de 12 números. La acción de Watchmen se desarrolla en el año 1985, en el marco de una ucronía en la que los Estados Unidos están a punto de entrar en una guerra nuclear con la Unión Soviética. En este escenario, se relata la historia de un grupo de superhéroes del pasado y del presente y los hechos que rodean el misterioso asesinato de uno de ellos.
Era de esperar que, veintitrés años más tarde, el estreno de su adaptación cinematográfica generara tantas expectativas y creara una agria polémica entre “puristas” y “laxos” que, lógicamente, no se ponen de acuerdo sobre la valoración final de la película de Zack Snyder. En primer lugar pienso que, dada la revolucionaria expresividad narrativa, la radicalidad política y la fantasía transgresora de la obra original, la versión depauperada e hiperbólica de Zack Snyder, responsable de 300 (2007), no es el Watchmen de Alan Moore. No son la misma cosa. El esfuerzo de síntesis, a pesar de las casi tres horas de duración, simplifica el film hasta convertirlo en su sombra. No obstante, Watchmen es un esmerado y respetable homenaje a su referente, con luces y sombras que, de manera resumida, comento a continuación.
Las sombras son: 1) La renuncia de las sutilezas ideológicas del cómic, pues el sentido crepuscular de la figura del héroe en la obra de Moore y Gibbson es eliminado por su contrario: se reivindica la vuelta del heroísmo. Si en la novela gráfica se planteaba la decadencia de los héroes de la Golden Age, en Watchmen contemplamos su renacimiento, pues son “más necesarios que nunca”. 2) Los cambios argumentales pretenden mostrar un “universo” más realista, más cercano a la realidad —contexto de guerra fría, el peligro nuclear, el terrorismo internacional, etc.—, pero el planteamiento no resulta novedoso en la actualidad post-11-M, de hecho la realidad nos demuestra que el mensaje de solidaridad que emana del film no se corresponde con la división actual tras los atentados de Nueva York. 3) La desafortunada elección de actores, cuya razón de ser es su parecido físico con los personajes de ficción pero su interpretación es bastante irregular. Y 4) La obsesión del realizador por trasladar literalmente el cómic a la gran pantalla. Lo que en principio podría ser una deferencia más hacia la obra de Moore y Gibbons —escenografía calcada a las viñetas, diálogos extraídos del cómic—, se convierte en un lastre que condiciona un metraje alargado en extremo, repetitivo y artificioso por la cantidad de elementos decorativos. El abuso de la cámara lenta, inevitable para adaptar el ritmo dinámico del cine a la lectura reposada de las viñetas del cómic, ralentiza artificiosamente el discurrir de la historia, creando un ritmo anticinematográfico.
Sobre los aspectos positivos del film: 1) Nuevamente se demuestra que el cine de Hollywood, siempre criticado y criticable, no tiene competencia a la hora de contar historias. El grado de sofisticación que ha alcanzado el llamado Modo de Representación Institucional (MRI) lo ha erigido como referencia mundial en la narración audiovisual y sus posibles alternativas, el cine experimental, dogmas y demás, se arrinconan sin remedio en los estrechísimos márgenes de la industria del cine. Watchmen es una gran historia, pese a las carencias antes mencionadas. Es espectacularmente entretenida y, sin prejuicios o animadversiones preconcebidas, resulta estimulante de ver. La prueba es que, a pesar de su duración, la percepción temporal es mucho menor. 2) Además y a pesar de todo, Watchmen presenta su propia definición de héroe. Alejado de la visión reduccionista de buenos y malos, y del idealismo infantil de la Golden Age, el film muestra unos personajes ambiguos, claroscuros, guiados por una dudosa ética. No alcanza la profundidad metalingüística de la obra original, pero reflexiona igualmente sobre aspectos relacionados con la naturaleza (violenta) humana, divaga sobre la gran mentira construida sobre la imagen civilizada de nuestra sociedad y recrea de forma realista el mito del superhombre de Nietzche. 3) Finalmente, la obra de Zack Snyder está diseñada meticulosamente para no provocar las iras de los incondicionales. No supone, en esencia, una ruptura temática o estética del Watchmen literario.
Lo que nos lleva a la eterna discusión sobre qué hace buena o mala una adaptación. ¿Es buena porque es fiel? ¿Watchmen funciona por sí misma? ¿Tiene valor por sí sola? Hace unas semanas, le preguntaban a José Saramago si la película de Fernando Meirelles sobre su obra Ensayo sobre la ceguera era fiel al original o no. Respondió que no hacía falta que una adaptación fuera fiel para ser buena, de hecho afirmó que la fidelidad no es siempre una virtud, pues la película debía contar la misma historia con otros medios. Me pregunto cómo sería Watchmen si la hubiera dirigido Ang Lee…
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