(4) IMPORT/EXPORT, de Ulrich Seidi.

LA EUROPA DEL MALESTAR
Se estrena el segundo largometraje de Ulrich Seidi, realizador austríaco que debutó con Dog days, premiado en los festivales de Venecia y de Gijón. Entre la ficción y el estilo documental, el nuevo film de Seidi se manifiesta como el típico cine de “autor” que, con su honestidad dramática y ética, no persigue gratificar al espectador sino mostrar sin juzgar una realidad determinada -las relaciones entre el este y el oeste europeos, la generalización de los problemas laborales, la indefensión de los trabajadores, etc.- que la cámara capta al desnudo sin maquillaje alguno de carácter sentimental, ideológico o estético. Un relato cuya crudeza, moral más que física, no busca entretener o escandalizar sino conmover al espectador como vía de conocimiento y reflexión, con la crítica implícita a un sistema colectivo que machaca el auténtico sentido de la vida, que anula la autoestima y del que sólo percibimos los restos del naufragio personal convertidos en tristeza, desolación y desesperanza.
Import/Export es una tragedia contemporánea cuyos escasos momentos de comedia congelan nuestra sonrisa ante el patetismo de unos personajes y situaciones que nos remiten a un A. Kaurismäki privado de su humor o la mirada angustiosa de un M. A. Antonioni hurgando en lo esencial de la existencia humana. El estilo narrativo de U. Seidi se basa en el uso exhaustivo de los tiempos muertos, aquellos que el cine tradicional ignora al no considerarlos significativos pero que desde hace tiempo, con el Neorrealismo de los Zavattini, De Sica o Rossellini- es posiblemente el método más idóneo para descubrir la auténtica dimensión humana de unos seres que luchan por su dignidad ante los retos que les plantea el trabajo, el amor y la muerte.
La película es fruto de un rodaje largo y difícil, con temperaturas bajo cero, a partir de un guión esquemático, sin detalles y mucha improvisación, con la utilización de escenarios naturales y actores no profesionales, incluyendo los que encarnan a los protagonistas, trabajadores en paro que, sin llegar a encontrarse en momento alguno, cruzan la frontera con la vana intención de aprovechar las supuestas ventajas de la globalización. Precariedad laboral, desempleo, humillaciones, incomunicación, etc. como circunstancias adversas a superar que el film retrata, significativamente, con una fotografía cuyo color se desvanece hasta convertirse en blanco y negro.
Import/Export no desprende optimismo: las fronteras europeas van esfumándose pero la realidad social se uniformiza a peor en la nueva aldea global. Los compartimentos, las discriminaciones y las injustas desigualdades siguen aún vigentes en el interior de cada país, se llaman clases sociales.
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