(1) AUSTRALIA, de Baz Luhrmann.

ÉPICA ROMANCERA
Ideada como un gigantesco folleto turístico de casi tres horas de duración, con el que las autoridades australianas –27 millones de euros invertidos en una apabullante campaña publicitaria– pretenden 1) impulsar la isla como un destino atractivo y 2) reactivar su endeble industria de cine, Australia recupera el espíritu monumental y superlativo de las clásicas superproducciones de Hollywood.
A medio camino entre Lo que el viento se llevó (1939) y Memorias de África (1985), el film de Baz Luhrmann es un aparatoso melodrama ambientado en plena II Guerra Mundial que narra la historia de una remilgada aristócrata inglesa que, por diversas circunstancias, viaja a las antípodas y acaba dedicándose al negocio de la ganadería mientras vive un apasionado romance con un cowboy local.
En su intento de abarcar lo inabarcable, Australia no sólo reinventa la imagen de aquel país, sino que combina en un complicado ejercicio de funambulismo numerosos géneros cinematográficos –drama romántico, western, bélico, etc– cuya factura final, aunque técnicamente impecable, se me antoja excesivamente artificiosa y megalómana, sin poder evitar las sobredosis de clichés y servidumbres estéticas propios del cine de gran presupuesto.
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