(2) ULTIMÁTUM A LA TIERRA, de Scott Derrickson.

ALIENÍGENAS ECOLÓGICOS
Nada más conocer el inminente estreno de este remake de Ultimátum a la Tierra (Robert Wise, 1951), me puse a temblar. Pero, afortunadamente, el film de Scott Derrickson apenas distorsiona el mensaje del film original —en todo caso lo actualiza— y no abusa en exceso de la tecnología digital que lo reduciría a un mero espectáculo pirotécnico, si bien no puede evitar caer en los convencionalismos propios del género.
La aportación más significativa del relato de Wise, que lo encumbró a la cima de la ciencia-ficción, fue el testimonio de una posible llegada de seres extraterrestres a la Tierra para aniquilar al ser humano por su tendencia destructiva y el inusual llamamiento a la paz y la concordia, consecuencia de la psicosis nuclear que forjó el fin de la II Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría. En la versión actual, enfriado el pánico ante la posibilidad de un desastre nuclear, los alienígenas pretenden destruir a la Humanidad por la amenaza de una catástrofe medioambiental global que la actividad humana está a punto de provocar. Ello le permite al director reflexionar sobre la naturaleza humana, quiénes somos, cómo vivimos y el impacto que nuestra existencia tiene en “nuestro” planeta, asumiendo finalmente la advertencia —el abuso de la ciencia; la naturaleza indómita; la maldad humana (“homo homini lupus”, Thomas Hobbes)— que recoge, por definición y desde sus orígenes, la ciencia-ficción en todos sus formatos. La conclusión está verbalizada por la protagonista del film: hace falta llegar hasta el límite para que se produzca un cambio, un gran giro en nuestro modo de vivir.
Por su condición de texto fundacional, Ultimátum a la Tierra (Robert Wise, 1951) se ha convertido, por méritos propios, en uno de los títulos más importantes del género, y el film que nos ocupa puede considerarse un digno homenaje.
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