(3) LA COMEDIA DE LA VIDA, de Roy Andersson.

LA VULNERABILIDAD DEL SER HUMANO
En junio de 1972, en el cine Suizo de València, una sala entonces llamada de Arte y Ensayo, se estrenaba Una historia sueca de amor (1970), primer largometraje de un joven Roy Andersson, un sencillo y honesto film sobre adolescentes que decepcionó a quienes sólo acudieron con la esperanza de solazarse con la entonces mítica libertad sexual nórdica. Pero su segunda película fracasó y durante muchos años tuvo que dedicarse a la publicidad, siendo desde entonces su producción tan escasa como creadora de polémicas, aunque siempre presente en los festivales de cine. Ahora nos llega La comedia de la vida, una peculiar muestra de cine de “autor” que nos hace entender la frialdad del público y las reticencias de la industria audiovisual más conservadora.
Roy Andersson ha definido su última obra como “una farsa sobre la condición humana” y su estructura como un “mosaico de destinos humanos”, siendo por ello el teatro de Samuel Beckett una referencia obligada. El relato se compone de una serie de 50 viñetas animadas por actores que muestran situaciones dominadas por el absurdo, la crueldad, la mirada surrealista y, en ocasiones, también la poesía. Cada uno de los sketches está rodado mediante un único plano-secuencia cuya amplitud permite situar a los personajes en su entorno, con una cámara fija que identifica el ojo del realizador con el del espectador. La continuidad narrativa se logra mediante un montaje no dependiente de correspondencias temporales o espaciales sino de la coherencia del sentido de un discurso basado en frases, personajes o situaciones que comparten un mismo leit-motiv.
El público quizá se sienta más perplejo que fascinado ante esta tragicomedia sobre la vida moderna que contempla en tono burlesco temas tan serios como la soledad, la incomunicación y las dificultades para alcanzar la normalidad como seres humanos. Paradigmático relato coral sobre la vida cotidiana, con personajes grises y anodinos relacionados entre sí como seres sociales cuya fragilidad no les impide ser causantes de la felicidad o el sufrimiento de su vecino.
Andersson se nos revela como un cineasta imagintativo y libre que trasciende la prosaica realidad mediante el empleo de fantasías, sueños y números musicales que rompen el hechizo naturalista con personajes que miran a la cámara y hablan directamente al espectador.
Un cine con bastantes características del ensayo y la vanguardia, La comedia de la vida es un relato formalmente estilizado y un manjar fílmico para paladares exigentes cuya fotografía de colores apagados contrasta con una banda sonora ilustrada con música de jazz estilo Nueva Orleáns, piezas clásicas y una vieja canción popular.
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