(1) APRENDIZ DE CABALLERO, de David Leland.

AMOR EN LA TOSCANA
Muy lejos de la polémica e irreverente versión de El Decamerón realizado por Pasolini, Aprendiz de caballero es una torpe y fallida adaptación de uno de los cuentos de Giovanni Boccaccio. Desprovista de las numerosas virtudes de aquélla, la película de David Leland es una comedia ligera –en el sentido más peyorativo del término– de enredo que narra las aventuras amorosas de un pícaro florentino que se refugia en un convento huyendo de la Peste y de un mafioso local. Fingiendo ser sordomudo, será adoptado por las monjas como jardinero, satisfaciendo la curiosidad sexual de las más jóvenes. El tono vodevilesco que impregna el film convierte a personajes en meros arquetipos y la historia en una mera sucesión de escenas cómico-eróticas –en la época, sería clasificada “S”– que sirven de esqueleto a una trama llena de trampas, equívocos y casualidades. Floja hasta el aburrimiento.
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