(2) SOY UN CYBORG, de Park Chan-wook.

UN MUNDO DE LOCOS
El surcoreano Park Chan-wook, experto en cine violento, cambia en esta ocasión de registro y realiza un film dominado por la imaginación y el humor, ambientado en un hospital psiquiátrico, tras haberse documentado ampliamente sobre enfermedades mentales mediante libros, observaciones y entrevistas con especialistas. El resultado es de una gran brillantez formal, un derroche de fantasía que se materializa en la plasmación de los delirios de los enfermos, la mayoría esquizofrénicos, cuyo punto de vista narrativo, completamente asumido en un surrealismo alejado de toda lógica, es asumido y plasmado por el realizador de la película.
Soy un cyborg podría calificarse como un film coral porque son varios los personajes “locos” que, cada uno con sus manías, protagonizan el relato, pero entre ellos destaca la joven pareja formada por la muchacha y el chico que utiliza una máscara y cree que es capaz de usurpar el alma de los demás.
Destaca en la película la belleza de las imágenes, resultado de la manipulación digital, trucajes diversos, la originalidad de la fotografía y decorados así como el predominio del color blanco, todo ello coordinado por una sensibilidad pop que es capaz de aglutinar elementos de la ciencia-ficción, el cómic y los videojuegos.
Ubicado el relato en un espacio más alegórico que real, Soy un cyborg intenta barajar diversos conceptos como el humor basado en el absurdo, sentimientos la amistad y el amor, y determinados momentos en que todo adquiere una dimensión poética que hace aflorar el lirismo de las situaciones más perturbadoras y sorpendentes.
Se pasa un rato distraído aun percibiendo que se trata de un juego tan efímero e intrascendente como pueden serlo los fuegos de artificio cuyo esplendor se apaga en la noche sin dejar apenas rastro.
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