(2) ESCONDIDOS EN BRUJAS, de Martin McDonagh.

ASESINOS OCIOSOS
El debut cinematográfico del dramaturgo angloirlandés Martin McDonagh, conocido por sus piezas teatrales de gran brutalidad que muestran el aspecto más violento y grotesco de las realidad, es fiel a los temas recurrentes de su trabajo escenográfico (la culpa, la pérdida de la inocencia, la violencia innata del ser humano, la venganza, los códigos de honor, el perdón, etc.). Escondidos en Brujas es un entretenido y claroscuro thriller contemporáneo, combinado con abundante humor negro, que logra superar el maniqueísmo y los lugares comunes propios del género para adentrarse en el vasto y complejo universo de la ambigüedad moral.
Escondidos en Brujas es un sólido retrato psicológico de dos asesinos a sueldo que, tras acabar accidentalmente un trabajo en Londres, son enviados a la turística ciudad belga de Brujas para pasar desapercibidos durante una temporada. Así, el mayor de ellos aprovecha para visitar la ciudad y disfrutar de sus encantos y el más joven, en estado de shock por su mala conciencia, deambula sin rumbo fijo. Su situación de “descanso forzado” –que justifica la cantidad de tiempos muertos, hábilmente utilizados– les obliga a pensar, lo que les convierte en personajes vivos que cambian y evolucionan, alejándose del carácter icónico y simplista que suelen tener en la mayoría de las películas.
Distanciándose de tanta violencia sin sentido, McDonagh crea en su film unos individuos confundidos por sus contradicciones morales, que reflexionan sobre sus actos y las funestas consecuencias que acarrean, sin prejuicios ni moralismos esquematizantes. En ese sentido, Escondidos en Brujas trata con precisión sobre la violencia, pero también sobre el desequilibrio emocional, el sentimiento de culpa y la ausencia de redención posible. Ese es el gran valor de este film, que lo acerca al cine de autor frente al más comercial, a pesar de la deriva tarantiniana que toma hacia el final de la historia, donde se desata la violencia de manera espectacular ante la atónita mirada de los viandantes de las calles de Brujas.
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