(1) SUPERAGENTE 86, de Peter Segal.

SMART, MAXWELL SMART
En pleno apogeo de la Guerra Fría y con el espía más famoso del mundo abriéndose camino en el cine, Mel Brooks y Buck Henry crearon una serie cómica que, emitida entre 1965 y 1969 por la NBC, iba a seducir a toda una generación de telespectadores: Superagente 86.
Ideada como una parodia televisiva sobre espías —que no disimulaba su admiración por James Bond, agente 007, verdadera fuente de inspiración—, la serie seguía las aventuras de dos agentes de CONTROL, el despistado pero bienintencionado Maxwell Smart y su inseparable compañera “99”, en su lucha contra una organización terrorista conocida como KAOS.
Entretenida y, en ocasiones, delirante adaptación cinematográfica de la mítica serie, Superagente 86 es un honesto homenaje, no exento de nostalgia, de su referente, si bien actualiza escenarios y tecnología para ambientarla en el presente. Pero respeta las señas de identidad y el tono de la serie, como el uso de armas raras y elementos tecnológicos inventados por la agencia secreta, iconos como el zapatófono o el cono del silencio y una acertada caracterización del protagonista, sin duda gracias a las dotes cómicas del actor Steve Carrell.
Se agradece un humor contenido en numerosos gags más o menos afortunados, huyendo de la mera sucesión de chistes malos y diálogos para besugos tan propios de la comedia desmadrada para adolescentes que inundan las carteleras estivales.
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