(2) MARGOT Y LA BODA, de Noah Baumbach.

CONFLICTOS DE FAMILIA
Las numerosas damas que asistían a la proyección verpertina cuchichearon su desagrado al final e incluso ensayaron un sarcástico aplauso de rechazo ante un film que esperaban fuera una divertida comedia con boda a cargo de Nicole Kidman y que resultó ser uno de los dramas más densos y crueles de la temporada, con la famosa actriz haciendo de “mala” sin maquillaje de estrella. No sabían las indignadas espectadoras que el nuevo título de Noah Baumbach seguía la línea de su magnífica Una historia de Brooklyn (2005), un relato también nutrido de experiencias autobiográficas convertidas en guión por el propio realizador. Y es que Margot y la boda constituye un catálogo de trastornos psicológicos —neurosis, fobias, ansiedad, falta de autoestima, etc.— ubicados en un entorno familiar cuajado de tensiones y contradicciones, con afectos y apoyos mutuos pero también con celos y rivalidades que convierten las relaciones de parentesco en una convivencia infernal mostrada desde ángulos divergentes y con una palpable complejidad.
El universo del dramaturgo Tennessee Williams proyecta su sombra sobre esta película de cine independiente USA que narra el reencuentro de dos hermanas, una de ellas escritora de clase acomodada, inestable, a punto de divorciarse y con un hijo casi adolescente, y la otra, una mujer vitalista pero insegura y en víspera de contraer un nuevo matrimonio equivocado al que se agarra como única salida. El choque entre ambas deviene en catástrofe cuando surgen todas las frustraciones, envidias y rencores que no hacen sino exteriorizar agresivamente la desorientación existencial de las protagonistas, sus miedos e inmadurez, pero también el lazo afectivo que las une subterráneamente y que pugna por salir a flote.
Relato de personajes, muy bien interpretado, con rasgos de humor negro, con diálogos incisivos, que debe no poco al psicoanálisis freudiano en su exploración del carácter y conducta de los seres humanos, estudiando aquí con minuciosidad y sin sentimentalismo alguno. Sin llegar a la maestría de la citada Una historia de Brooklyn, la nueva película de Noah Baumbach interesa como plasmación de la tragedia individual y familiar basada en el fatal contraste entre las ansias de un futuro tan estable como feliz y la conciencia de estar aferrados a una última oportunidad, a una frágil esperanza seguramente abocada al fracaso.
Malestar emocional y callejón sin salida que el realizador plasma mediante una acumulación de situaciones dramáticas, de nefastas consecuencias, que no dejan respiro al espectador. Y entonces surge la duda de si nos hallamos ante un meritorio ejercicio de síntesis narrativa o si sólo se trata de la precipitada expresión de un cineasta apresurado en exceso.
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