RAMÓN COSTAFREDA, DIRECTOR DE “ABRÍGATE”

“PREFIERO MOSTRAR LA REALIDAD POR CONSTRASTES”
Premiada en la pasada Mostra de Cinema Llatinoamericà de Lleida, la ópera prima del director gallego Ramón Costafreda, Abrígate, es un drama romántico que, con sutiles dosis de comedia, recupera los lazos históricos existentes entre Galicia y Argentina a través de un mosaico de personajes que buscan el apoyo de sus seres queridos para enfrentarse al regreso del exilio, la búsqueda de sus orígenes y el inicio de una nueva vida. Su intención ha sido retratar una realidad que afectó a muchísimas personas tras la terrible crisis argentina de 2001, que provocó un éxodo de argentinos con antepasados españoles hacia los paisajes gallegos que conocieron a través de las fotografías de sus abuelos.
¿Qué has pretendido transmitir en Abrígate?
Abrígate habla del regreso a la tierra natal, la búsqueda de los orígenes y el contraste entre lo que creías conocer y lo que conoces realmente. Además, trato de jugar con el concepto de protección, pues es esa actitud la que predomina en la mayoría de los personajes del film. Pretendo transmitir al espectador la idea del amor, la pasión, la amistad y la capacidad que tiene el ser humano para superar los problemas de la vida.
¿Hasta qué punto te ha influido el cine argentino en tu primer largometraje?
Existen muchas similitudes entre mi película y una parte de la cinematografía argentina, concretamente aquella cuya principal motivación es la introspección humana, el análisis de las relaciones personales en el contexto propio de aquel país. Resulta sorprendente la proyección social que subyace en las historias del cine realizado en Argentina. No puedo negar mi interés por diversos autores como Adolfo Aristaráin, Juan José Campanella o Marcelo Piñeyro. La estimable participación del guionista de El hijo de la novia, Fernando Castets, uno de los mejores dialoguistas que conozco, ha permitido aunar más las dos orillas del Atlántico, pues Abrígate narra una historia puramente argentino-gallega. La diáspora gallega en Argentina ha sido un tema muy tratado por la historiografía, la literatura y el cine. Pero no tanto el regreso, tan desesperado como la huida de España de sus antepasados, de los argentinos hijos de exiliados a nuestro país huyendo de la miseria y el desempleo provocados por la durísima crisis económica que afectó a Argentina a partir de 2001 y que, todavía hoy, no se ha superado del todo.
¿Reproduce los tópicos gallegos tu primer largometraje?
Tenía cierto temor de mostrar una realidad filtrada por la nostalgia tanto de los que se fueron como de los que volvieron. Renuncié desde el principio a los tópicos e idealizaciones propias de la “madre patria gallega” y me centré en mostrar la realidad por constrastes: los paisajes naturales gallegos chocan con los paraísos artificiales donde se mueven los protagonistas, esto es, la casa donde vive Valeria, la peluquería donde trabaja junto a Adela… Galicia no es un país triste y gris, poblado por personas melancólicas. Los foráneos desconocen una Galicia llena de color y humor.
Pese a la dureza de algunos temas que tratas, no has entrado en el melodrama. ¿Cómo evitaste la tentación?
He querido contar una historia con sensibilidad pero sin una lágrima.
¿Qué reflexiones de los emigrantes te han llamado más la atención?
Todo lo que rodea la figura del emigrante en la película es auténtico. En Galicia, al ser un país de diáspora de emigrantes, si se iba el hermano mayor el pequeño pensaba que terminaría yéndose él también. Por tanto, la sensación del que se quedaba era también de provisionalidad. Esto explica que mucha gente que permaneció en su tierra no triunfó, como desgraciadamente sucedió en realidad.
Pau Vanaclocha
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