NINETTO DAVOLI, ACTOR DE “UN LUGAR EN EL CINE”

“EL MENSAJE DEL CINE DE PASOLINI ESTÁ EN PLENA VIGENCIA”
El actor italiano Ninetto Davoli, uno de los actores fetiche del cineasta Pier Paolo Pasolini, ha participado en el documental del joven director Alberto Morais, Un lugar en el cine. Su dilatada trayectoria profesional comenzó precisamente junto al director italiano en Pajaritos y pajarracos (1966) y le siguió Edipo Rey (1967), Teorema (1968), La pocilga (1969) y la llamada Trilogía de la Vida, El Decameron (1971), Los cuentos de Canterbury (1972) y Las mil y una noche (1974). Su testimonio es fundamental para concocer la cosmovisión de Pasolini y el nivel de compromiso que adquirió como uno de los máximos representantes del Neorrealismo italiano.
¿Qué te convenció de participar en el documental de Alberto Morais?
Cuando Alberto vino a visitarme para hablar sobre el proyecto no supe muy bien qué era exactamente lo que quería hacer. Mi primera reacción fue rechazar su propuesta, porque estoy muy cansado de que siempre me pregunten por Pasolini, cuando hace más de 30 años que murió. Pero poco a poco, ante su insistencia, viendo la celebridad de los demás testimonios, escuchando sus comentarios laudatorios sobre el cine neorrealista y sobre el compromiso personal para con la Historia, me di cuenta de la trascendencia del documental y de que su aproximación a Pasolini era un aspecto más y yo podría aportar una interesante reflexión sobre mi relación con él.
¿Sigue vigente el cine de Pasolini?
Ciertamente, el legado de Pasolini es importantísimo en la cinematografía italiana y me atrevería a decir europea. El mensaje que emana de sus películas sigue siendo muy actual. Si cine no ha caducado con el tiempo, sigue vigente después de 30 años de su fallecimiento. Su tendencia a retratar personajes marginales y sus análisis críticos de la sociedad, explorando los aspectos de la vida cotidiana referentes a la dramática situación d ela Italia de la posguerra, con la pobreza y la delincuencia campando a sus anchas, son el gran legado que ha dejado. Su estilo narrativo y visual, muy cercano al género documental, en el que priman el patetismo y la ironía, ha creado una corriente cinematográfica que ha influido en generaciones enteras de realizadores posteriores.
¿Qué recuerdos te quedan de entonces?
Yo pertenecía a una familia muy humilde, por lo que era bien consciente de la realidad social y económica de entonces. Recuerdo que cuando empecé a trabajar bajo las órdenes de Pier Paolo Pasolini en la fábula política Pajaritos y pajarracos. En contra de lo que la gente piensa, rodamos la película en clave cómica y nos divertimos mucho haciéndola, pero el resultado final fue, evidentemente, trágico. Doblemente trágico si tenemos en cuenta que fue una película denostada por muchos, especialmente la izquierda italiana, con el Partido Comunista Italiano a la cabeza, y que tampoco tuvo muy buena acogida en taquilla. Pero éramos conscientes de la grandeza, del valor del cine que se estaba haciendo en ese momento.
Toda la obra de Pasolini está influida por su pensamiento marxista y su posicionamiento crítico, lo que generó no pocos conflictos.
Probablemente la secuencia del cuervo y los frailes predicando a halcones y palomas molestara a la izquierda italiana, pero ya venía de años la crítica de ésta al director nacido en Bolonia. Ante los conflictos de la izquierda, Pasolini siempre habló claro y sin importale que sus opiniones le crearan enemigos.
¿Qué aspecto destacarías de Un lugar en el cine?
Que es un film muy instructivo especialmente para la gente joven que no conoce el cine que se hacía esos años y a los autores que se citan.
Pau Vanaclocha
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