(1) LA ISLA DE LAS ALMAS PERDIDAS, de Nikolaj Arcel.

FANTASÍA EUROPEA
Aquellos que han reducido la cinematografía europea en términos de cine de autor, especializado en marginales producciones independientes que incluyen sesudas reflexiones intelectuales sobre lo humano y lo divino, deben ser conscientes de que también puede crear entretenidos espectáculos infantiles con un nivel técnico similar a las superproducciones estadounidenses. La isla de las almas perdidas –no confundirse con el film homónimo de Erle C. Kenton, adaptación de 1932 de la novela de H. G. Wells- es un ejemplo perfecto de ello. Influenciada, eso sí, por algunos títulos de éxito, como la saga Harry Potter, la película recrea una historia de fantasmas protagonizado por un grupo de niños que se enfrentan a un malvado nigromante en una pequeña localidad danesa. Los pequeños de la casa pueden disfrutar con las aventuras de los protagonistas, aunque quizás para ellos sean algo oscuras y en algunos momentos les pueda inspirar miedo. Lo peor, sin duda, la falta de solidez y coherencia de un guión con múltiples agujeros y resoluciones previsibles.
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