FERNANDO MERINERO, DIRECTOR DE “UN MILLÓN DE AMIGOS”

“JAVIER JURDAO ES LA ACTUALIZACIÓN POSMODERNA DEL PÍCARO”
El director madrileño Fernando Merinero reflexiona sobre el competitivo y mercantilizado mundo actual en su sexto film que, a medio camino entre la ficción y el documental, se burla y hace parodia de la sociedad de consumo a través de su protagonista principal. Un millón de amigos sigue las vivencias de Javier Jurdao, un excéntrico cómico que renuncia al dinero y al trabajo para crear una filosofía de vida nada convencional. ¿Estamos ante un vago, un antisistema, un filósofo o un iluminado? De todo un poco, aunque es el espectador quien decide en qué proporción.
¿Cómo conociste al peculiar protagonista de la película?
A Javier Jurdao le conozco desde hace más de una década cuando vivía, como todos nosotros, en esa dinámica consumista, competitiva y ambiciosa propia del sistema en el que nos encontramos. En esa época él ganaba bastante dinero haciendo guiones para “Martes y 13” y “Cruz y Raya”. Incluso vivía en un piso alquilado en la Torre de Madrid, un lugar exclusivo donde organizaba fiestas en las que desfilaban personajes como Álex de la Iglesia, Santiago Segura, etc. Por circunstancias de la vida dejamos de vernos. Pero hace casi tres años nos volvimos a encontrar casualmente en la calle. Me contó su transformación: de forma voluntaria había dejado de trabajar y ya no vivía en su piso alquilado. Ahora vivía en casa de amigos. Sin ingresos, sin gastos. Sólo viviendo de los demás. Porque depende absolutamente de la caridad de su círculo de amigos y su familia. Se declara totalmente libre de ataduras económicas, sin hipotecas ni deudas. Ha construido una filosofía de vida, basada en una mezcla confusa de religiones orientales, ritos esotéricos y un refrito de ideologías antisistema. Y vive con coherencia a esos principios y valores.
¿Hasta qué punto coincides con la filosofía de vida de Javier Jurdao? Tras su imagen gamberra y transgresora hay toda una teoría crítica contra el capitalismo.
Javier se queda en una actitud de rebeldía sin pretender cambiar el sistema. Son acertadas sus críticas, pero no ofrece alternativas salvo alguna que otra declaración de intenciones. Aparentemente, acaba resultando un parásito social, un gorrón que abusa de los amigos. Realmente no ha introducido ningún cambio, aunque creo que es la actualización posmoderna de la figura del pícaro, tan abundante en la literatura española desde la publicación de “El lazarillo de Tormes”, que dio origen a la novela picaresca.
¿Fue el escaso presupuesto del film un handicap?
Ciertamente, Un millón de amigos se ha hecho con muy poco dinero. Una de las cosas que más me gustan de esta película es que en el ella confluyen la ética y la estética. No traiciona los ideales que muestra el protagonista. Hubiera sido, de hecho, contradictorio mostrado la vida de Javier Jurdao en una gran producción.
¿Problemas en su distribución?
Con decirte que he tenido que distribuirla yo, no hace falta añadir más. La película es muy minoritaria. No es nada comercial. Sabía a lo que enfrentaba. El otro día leí que la cultura está cada vez más canalizada en redes de comunicación más pequeñas y especializadas, por tanto más controlada. Hasta hace pocos años existían salas alternativas donde se exhibían películas rabiosamente independientes, marginales, vanguardistas o experimentales. Me parece que la desaparición de estas redes culturales alternativas es un grave retroceso. Además, aunque las nuevas tecnologías faciliten la creación artística, lo que en principio deberían facilitar el surgimiento de una nueva generación de directores, realmente la parafernalia de Hollywood y los grandes holdings mediáticos monopolizan el cine-espectáculo y no dejan espacio para el cine-arte.
Pau Vanaclocha
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