(2) GENTE DE MALA CALIDAD, de Juan Cavestany.

PERDEDORES S.A.
El segundo film del director Juan Cavestany ha mejorado la apreciación que tenía de él pues ha demostrado que su insufrible ópera prima, El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo (2004), fue un accidente en su incipiente carrera. Alejado del humor chabacano y zafio de su anterior película, que lo encasillaba sin remedio en ese tipo de comedias desmadradas estadounidenses que inundan las carteleras estivales, Gente de mala calidad supone un giro positivo hacia la madurez cinematográfica, entendida como una actitud más seria y respetuosa hacia el cine como medio de contar historias. Su primer film en solitario, tras divorciarse pacíficamente de Enrique López Lavigne, es un divertido pero incisivo drama con abundantes toques de comedia –o una comedia dramática, según se vea la botella medio llena o medio vacía; en todo caso es una película triste y claroscura– sobre la mediocre existencia de un grupo de amigos que rozan, si no los superan, los cuarenta. Gente de mala calidad es una mirada tierna sobre la fragilidad humana y su dependencia emocional, sobre la necesidad de amar y ser amados, en el seno de una sociedad competitiva, individualista e insolidaria. Cavestany elabora un mosaico de relaciones que, sin abandonar el prisma del humor y la parodia, no elude los conflictos humanos más conocidos: la inmadurez en edad madura, la insatisfacción emocional y de pareja, la infidelidad, la incertidumbre económica… y la desagradable sensación de no encontrar tu lugar. Este film demuestra que, de vez en cuando, hay que reírse de las desgracias, o la melancolía nos haría la vida imposible.
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