(2) FUERA DE CARTA, de Nacho G. Velilla.

HUMOR Y CULTURA GAY
El debut en la dirección del guionista de 7 vidas y el productor de Aída, Nacho G. Velilla, certifica la nueva condición de la homosexualidad en España, mucho más normalizada, alcanzada en los últimos años gracias a la mayor tolerancia social y a los avances legislativos durante la pasada legislatura, en términos de visibilidad, reconocimiento y protagonismo de un colectivo hasta ahora marginado e incomprendido. Y lo hace con una divertida comedia de marcado perfil vodevilesco, basado en equívocos y enredos sentimentales orientados a la búsqueda del gag.
Max, un reconocido chef homosexual –interpretado con oficio por Javier Cámara, que obtuvo el Premio al Mejor Actor del pasado Festival de Málaga–, que vive con orgullo su condición y persigue su primera estrella Michelín, debe hacerse cargo de los hijos engendrados en un matrimonio de escaparate a la vez que se enamora de su nuevo vecino, un exjugador de fútbol argentino, que desea mantenerse dentro del armario para evitar los prejuicios que ocasionaría su conocimiento público. Diversos personajes secundarios, de entre los que destacan los interpretados por Lola Dueñas y Fernando Tejero, complican la trama con ocurrentes aportaciones.
Fuera de carta trata muy tangencialmente sobre el mundo de la gastronomía –por ello no alcanzo a ver sus supuestas similitudes sugeridas por un sector de la crítica especializada con títulos como Deliciosa Marta (2001) o su remake hollywoodiense Sin reservas (2007)– pero sí incide en otros temas como las relaciones de pareja y la paternidad, siempre desde el prisma desenfadado y distorsionador del humor. No obstante, el tono empleado no corresponde a un tratamiento “realista” que profundice sobre los conflictos entre personajes y refleje con rigor el universo interior de los mismos. De hecho, por los diálogos –abundancia de chistes de maricones, tópicos y exageraciones toscas– y las situaciones creadas –la salida del armario en medio de un programa televisivo– el humor desplegado por Nacho G. Velilla está más cerca de Una jaula de grillos (1996) y los espectáculos de El Titi, con todo mi respeto hacia el malogrado artista valenciano, que a la visión más moderna y enriquecedora de la homosexualidad de, por poner ejemplos, Fassbinder, Eloy de la Iglesia y Ventura Pons. Y eso se echa en falta.
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