(1) ZHAO, de Susi Gozalbo.

EL COMPROMISO INTERIOR
Estrenada en una única sala en Valencia, el debut de la joven realizadora Susi Gozalbo se me antoja, a mi pesar, como aquel caballero enfrentado a unos molinos de viento. Es cierto que Zhao desprende vitalidad, pasión, verdad y trascendencia. Virtudes que suelen acompañar a los que, teniendo algo interesante que decir, no poseen los medios necesarios para hacerlo. Y mucho menos frente a las grandes producciones de Hollywood. Aunque sea injusto, su limitado presupuesto, plasmado en su pobre factura final, la condena a una efímera trayectoria comercial, especialmente en la siempre competitiva programación de las salas de exhibición.
Ganadora del Premio a la Mejor Dirección en el pasado Festival de Madrid-Móstoles, el film retrata el viaje iniciático de una china adoptada por una familia valenciana que decide enfrentarse al peso del pasado, iniciar la búsqueda de sus orígenes y luchar contra sus miedos e inseguridades. Ello permite a Gozalbo tratar, tangencialmente, el secuestro de mujeres por parte de las mafias chinas —existe un gravísimo desequilibrio entre la población masculina y femenina por el machismo imperante en aquella sociedad— y las adopciones de niñas en el país más poblado del planeta.
Combinando la ficción dramática con imágenes reales de unos padres que trajeron a España a una niña china, Zhao es una historia intimista que aborda, paralelamente, dos procesos vitales: la toma de conciencia de la joven y hermosa protagonista y la compleja relación con su pareja. Gozalbo es capaz de percibir y reflejar la evolución psicológica de ambos procesos, pero peca de inexperiencia a la hora de narrarla en imágenes. Por ejemplo, la excesiva fractura del relato, lleno de flashbacks e insertos varios, puede confundir al espectador, que le cuesta procesar toda la información. Y, frente al personaje principal, el resto son meras comparsas, sobre todo el interpretado por Miguel Ángel Silvestre, alias “El Duque”, que pese a sus esfuerzos sólo aparece para lucir cuerpo.
Pese a todo, Zhao es mucho más profunda y enriquecedora que la mayoría de las insulsas películas que inundan las carteleras valencianas.
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