(1) JUMPER, de Doug Liman.

SUPERPODERES
Discreto film de ciencia-ficción, basado en la novela homónima de Steven Gould, en el que ni los actores protagonistas –el reconocido Hayden Christensen y la efervescente Rachel Bilson– ni los espectaculares efectos especiales que enriquecen las abundantes escenas de acción pueden compensar la simpleza argumental, la pobre construcción de personajes y la sobredosis de tópicos de tan sobreexplotado género.
Influenciado por Heroes, la serie de televisión que acercó al gran público la figura del superhéroe, y por el subgénero superheroico que abunda en estos últimos años, Jumper narra las vicisitudes de un joven que descubre que tiene el poder de teletransportarse en el espacio. Cuando empieza a disfrutarlo se ve metido en una cruenta guerra entre los que poseen ese don y los que recelan de éstos, al mismo tiempo que se liga a la chica que le gustaba en el instituto.
La película parte de una premisa interesante como es la existencia de personas dotadas de un poder extraordinario que, en vez de dedicarse a impartir justicia y ayudar a los débiles, se dedican a robar y a vivir del cuento, es decir, muestra la ambigüedad moral del superhéroe posmoderno. Pero pronto el previsible romance, los inacabables enfrentamientos entre “héroe” y “villano” y los secretos familiares acaban convirtiendo esta cinta en el episodio piloto de una serie televisiva para adolescentes, estilo Smallville. No daba para más.
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