(3) VILLA TRANQUILA, de Jesús Mora.

LOS MARGINADOS
El último film del realizador madrileño Jesús Mora, el cuarto de su filmografía, profundiza en las preocupaciones temáticas y formales que le han perseguido a lo largo de su carrera para configurar un intenso drama social con aires de western clásico. Con un presupuesto mínimo y escasos medios técnicos, Villa Tranquila es uno de esos films que muestran realidades incómodas, alejadas de lo políticamente correcto, tanto por lo que cuenta –la marginación, la pobreza y la delincuencia existente en un paupérrimo barrio de la capital argentina– por cómo lo cuenta.
Con absoluta normalidad, que casi raya en la aséptica frialdad de quien es testigo de un crimen y se limita a registrarlo con su cámara, Jesús Mora logra recrear ese ambiente deprimente y desesperanzador que rodea a los personajes, la mayoría actores no profesionales que viven en ese suburbio olvidado por el progreso. La llegada de un extranjero, alter ego del propio Mora, interpretado por Pablo Rivero, rompe la tensa quietud del lugar y pone en marcha una trama de encuentros y desencuentros entre hermanastros y el robo de un objeto que explica la presencia del gallego en Villa Tranquila, verdadero MacGuffin de la película.
Personajes, situaciones y diálogos propios del cine del Oeste se reproducen con singular soltura, sin que el tono de documental que domina la película pierda un ápice de su credibilidad. Con el oficio propio de un artesano, Jesús Mora da forma a un valioso film, pequeño en apariencia pero grandioso en su esencia, que seguramente pasará desapercibido ante la avalancha de estrenos de esta semana, pero que por su humanidad, por su sinceridad y por su explícita crítica social debería formar parte de las cintas imprescindibles de ver para cinéfilos y simpatizantes del séptimo arte.
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