(3) PERSÉPOLIS, de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud.

AUTOBIOGRAFÍA ANIMADA
Ganadora del Premio del Jurado del pasado Festival de Cannes, la iraní Marjane Satrapi demuestra con su interesante opera prima, junto con el codirector Vincent Paronnaud, la indudable dimensión artística de la animación contemporánea, así como su gran capacidad de transmitir mensajes, ideas y experiencias relacionadas con la actualidad política, social, cultural, etc.
Persépolis, libre adaptación de su homónima novela gráfica, es un emotivo y certero retrato del último cuarto de siglo de Irán a partir de la autobiografía de la autora. En él, narra su testimonio, siendo niña, de la rebelión social que desembocó en la huida del sha y la instauración de la República Islámica (1979) con Ruhollah Jomeini como máximo dirigente, la creciente represión moral y política del nuevo régimen, su deambulante exilio en Viena y en París, donde experimentará la adolescencia, la libertad y el amor, pero también la nostalgia, la soledad y la amargura de sentirse marginada, la cruenta guerra entre Irán e Iraq (1980-1988) y su desesperado regreso a Teherán.
A pesar de los tristes hechos que acontecen y de las vicisitudes que sufre la protagonista, de sus sueños frustrados, de sus ilusiones rotas y de su identidad perdida, llama poderosamente la atención el sentido del humor que desprende la película, pues la realizadora asume con ironía los temas que trata, como el desarraigo, las diferencias culturales entre Oriente y Occidente, la rebeldía juvenil y el papel de la mujer en una sociedad como la iraní, dando una humanidad al personaje que ya desearían alcanzar muchos actores profesionales.
A partir de un dibujo abstracto pero de trazo limpio, Persépolis trasciende la historia personal para convertirse en un canto a la libertad y a la solidaridad humana, denunciando todo acto que las coarte. No llega a ser un film político, porque se abstiene de concretar el objeto de crítica, no pone adjetivos calificativos a los sujetos de la Historia, se limita a relatar los hechos desde la mirada adolescente de la protagonista, denunciando el fanatismo religioso y la represión en abstracto, tanto de las autoridades iraníes como de las católicas –Marjane residió una temporada en un colegio católico en Austria, conociendo la singular concepción de la famosa tolerancia cristiana– en su estancia en Europa.
En resumen, un film de animación tradicional, en blanco y negro, realizado a mano, didáctico y tierno, que va muchísimo más allá que el resto de animaciones comerciales que invaden actualmente las carteleras cinematográficas.
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